(Autofiguraciones amerindias en el contexto de la migración y la interculturalidad)
MINI CURSO
Mediador: Pedro Granados, Ph.D -VASINFIN-
Sumilla
Aquello de auto figuraciones alude, sobre todo, a anagnórisis o, también, deseo. Estos poetas, representantes de la poesía peruana letrada-culta o experimental-vanguardista canónica del siglo pasado, las encarnan todos ellos en sus respectivas obras. Viajeros sin excepción, incluido aquí el supuesto “exilio” predominantemente interior de Martín Adán (Lauer), a pesar de su clase social o el color de piel o de sus simpatías u oscilaciones políticas, repararon en que escribían en tanto mediadores amerindios o, aunque con premeditada opacidad en el montaje, aquello constituyó una suerte de autodeterminación ontológica. ¿Por qué empezamos con César Vallejo? Porque este autor representa, no sólo en el Perú sino en toda nuestra región, este discreto giro ontológico por excelencia.
Descripción
Vallejo, Adán y Eielson-Sologuren: Estancias amerindias
Superada la “escenografía” modernista, la poesía latinoamericana recupera el paisaje; aunque no precisamente el telúrico y, sí, considerando la complejidad y virtualidad del espacio como un soporte más adecuado para lo humano: “Perception, Gibson argued, is not the achievement of a mind in a body, but of the organism as a whole in its environment, and is tantamount to the organism’s own exploratory movement through the world. If mind is anywhere, then, it is not ‘inside the head’ rather than ‘out there’ in the world” (Ingold 3). Ejemplos: Escalas, de César Vallejo, o Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges, ambos libros de 1923.
De los formatos a las sensibilidades y de éstas a los espacios (“estancias” aquí) es de lo que trata el presente mini-curso. Traducible este último, de manera intersemiótica y del modo más económico, acaso al dibujo de una ola y un rayo de sol. El riel César Vallejo se halla presente por aquello que éste acuñara sobre “poesía nueva“ (1926). El otro riel es una lectura de la tradición de la poesía peruana ya no como formato/s ni, tampoco, en tanto “sensibilidad” (individual, grupal) sino, en cuanto imposición o consagración en ella de un espacio amerindio (Ingold). Gesto simétrico o multinaturalista (Viveiros de Castro) y, asimismo, no menos contra instrumental respecto a nuestro intento de tomar posesión únicamente libresca, histórico-política o en tanto “narrativa” del texto poético.
En consecuencia, entendemos “estancias amerindias” en tanto íconos o conceptos localmente motivados; aunque, de modo simultáneo, de relevancia o proyección universal. Es decir, “estancias” en tanto fruto de una mediación conceptual amerindia para el mundo (Granados 2019). Y, asimismo, mediación conceptual vinculada a una tradición –en este caso específico– el de la poesía peruana culta.
Por último, aunque no sería lo menos importante, trabajar con poesía nos parece metodológica y epistemológicamente urgente para, en específico, el actual contexto académico internacional. No leemos poesía culta por perjuicio de hallarnos ante un objeto decorativo o intransitivo, propio sólo de una clase social privilegiada; o porque carece de la suficiente información para aplicarle, en automático, nuestros esquemas realistas (históricos e ideológicos); o porque simplemente no la entendemos, en particular, la de la vanguardia para aquí, y en consecuencia mejor la evitamos. Este minicurso, a pesar de su brevedad, pretende echar luces y desterrar, si no todos, alguno de estos prejuicios.
Calendario en cuatro fechas
Introducción. César Vallejo: Muros melografiados
Martín Adán: “En la azotea”
El (des) nudo en la poesía de Jorge Eduardo Eielson
Estancias (1960), de Javier Sologuren. Nueva visita. Conclusión
Bibliografía
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