Mateo Morrison: Renovada curiosidad
Lo que decíamos en el ensayo del 2001[“La poesía que vendrá: la nueva poesía dominicana”, Listin Diario (29/ 7 y 5/ 8, 2001)] quizá lo puede resumir mucho mejor la “Receta para ser correctamente antologado por un escritor de la post-modernidad”, poema de Mateo Morrison incluido en Difícil equilibrio (República Dominicana: Angeles de fierro, 2004), que pasamos a citar:
“Subvertir las palabras
Desafiando el espacio
Llenar de vaguedades cada línea.
Evitar temas relativos a las guerras sociales
Y no besar muchachas en los versos.
Al final, llevar tu trabajo en una
Jaula de cristal a un colega
Que de seguro te inmortalizará
En el vacío”.
Como bien ilustra César Zapata con el título de su prólogo a este libro, la poesía de Mateo Morrison va experimentando un “Viaje estético: del gesto social a la imagen lúdica”; he ahí, entonces, lo de Difícil equilibrio. En realidad, Morrison pasa a demostrarnos su versatilidad, particularmente feliz en algunas pinceladas que tienen que ver con el erotismo y la ausencia, donde a la manera de un Miguel Hernández podemos leer: “Recordé, en Shangai lejos del viento,/ tus sonidos ardientes/ y construí con mi nostalgia/ un enorme soplo para que te llegara” (“IV”). Identificado como un típico poeta de post-guerra -la de la invasión norteamericana de 1965 a la isla-, este nuevo poemario brinda indicios suficientes de renovada curiosidad. Por otro lado, no quisiéramos adelantarnos en nuestra exposición, pero veremos que la poesía testimonial -entre la “poesía sorprendida” anterior(1) y el hiato que constituyeron los del ochenta(2)– ha vuelto a gozar de buena salud, que nos animaríamos a denominarla neo-testimonial; obviamente que ahora dando respuesta a otra coyuntura histórica (globalización), con distintos recursos estéticos y por cierto sin constituirse, como elocuentemente señala Manuel Núñez, en “vicaria del Partido” (166).