EL CEREBRO DE UN LOBO es 30% más grande
que el de un perro.
El cerebro de la perra es 70% más grande
que el mío.
“DEPRESIÓN” SE LIMPIA los párpados con la lengua.
Después, se limpia la lengua con mis ojos.
EMBRAVECIDA, muestra sus hileras de tetas.
Yo no soy el único vástago al que amamanta.
BAÑO A LA PERRA con agua de Jamaica.
Se pone feliz dentro de la tina.
Piensa que me he cortado las venas.
CON DINERO baila el perro.
La perra, no.
De Mi vida con la perra [2007] (México: Mantis editores, 2013)
Sujeto poético, adicto a los antidepresivos, que a través del humor se salva y aplaza su propio exterminio y, con ello, también el nuestro. Motivo, el de “la perra” (la propia depresión, la vida, la esposa, váyase a saber) que guarda fascinantes afinidades con el tema de la “esposa” en Edgar Artaud Jarry. Ambos son poetas muy inteligentes y a los cuales sostiene humor muy semejante ; éste el de verdad, no a lo Efraín Huerta, en sordina y desopilante como tiene que ser. Invito al respetable a leer y hacer comparaciones entre el poeta de Tuxtla (Francisco Hernández) y el de Chilpancingo de los Bravos, en Guerrero, Artaud Jarry.