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¡Antillas!
Y quien dice ¡Antillas!, dice
Rosario de resignaciones, quédate
parado en la cresta de tus antiguas olas,
o anda como un Lázaro de cuatro centavos,
o sumérgete en el lago agonizante de un suspiro,
o huele lo que vuela en el viento ululante.
Ven a ver las mujeres de tus islas, las bellas
sonrisas de ojos tan oscuros que dan sueño;
sal a sentir la sal de este mar de soles,
sal de ese salón donde un pródigo solenodonte
cacarea palabras descascaradas,
y después vuelve a gritar
Antillas!
a los cuatro vientos, a los siete caminos,
a las treinta y seis ocasiones de amar la vida,
y ponte a amar esta encervezada, enrevesada, embelesada
vida de las islas, donde errar es lo correcto.