Archivo por meses: junio 2025

PRESENTACIÓN DE INKARRÍ (Diálogo con Hugo Aguirre)

 

Inkarrí/ Hugo Aguirre Castañeda

Pedro granados es muchas voces, lo habita una pluralidad que dialoga. En ese espacio de interacción él se dice cosas que le dicen a él mismo, y su poesía tiene esos ecos que van rebotando entre versos por la vida

Se poesía es un ejercicio pertinaz de “deconstrucción” hacia dentro y fuera, una batalla en la que los vencedores son quienes tienen la voz que él les da,  y con quienes orquesta una serie de piezas musicales, rítmicas, temáticas, en las que renace con sus elencos en los que está el mar, otros poetas, mitos o narraciones fundacionales, artes poéticas infiltradas en una actividad creativa que es siempre un descubrimiento del poeta (de sus intenciones creativas, de su mirada, de los diversos paisajes vitales y oníricos que configura con sus palabras).

Como lector uno espera quizás un guía y obtiene un mapa, una brújula, una especie de entidad que nos va llevando por el libro como si transitáramos una respiración agitada que desanda cuestas y llanuras.

Inkarrí, el libro de Pedro del 2024 es una revelación y una joya sobre la que vamos a conversar ahora.

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UN POETA DE NOSOTROS, ENTRE NOSOTROS

Edney Cielici Dias*/  Traducción: Amálio Pinheiro

¡Alejandro Abdul vive! Y todos los días, hecho broma, sangra su caudalosa sangre de grosella.

Si, Alexander Abdol es un lord del Paraná en su cruzada mensual de quitar boletos. Fisiológicamente se compone de carne y hueso contrabandeados, pero su vida trivial es lavada todos los días por las cataratas del Iguazú.

No busque entenderlo, pues Alexandro Abdil jamás quiso “escribir derecho”, pero si escalar carrera y fama universal en la babel de la multifrontera Argentina-Brasil-Paraguay-Perú-Beirut-malditas-sean.

Abdul, Abdol, Abdil, Abdel son, bajo una otra perspectiva, los vocativos del vudú-santería en contra de la cursería casi-que-generalizada de una poesía que se lleva en serio. Evoca Abdul y: — ¡Nada de dolores en los cuernos intelectualizados! Clama Abdil y: — ¡Basta con folklores postizos! Repite tres veces Abdel y: — ¡Escribe en paz y sin meta!

Abdul es poeta de uso comunitario. Un poeta de nosotros, una invitación a crear. Y otros tantos poetas colectivos son posibles. ¿De paso, acaso hay poesía que no sea colectiva? Y así, nuestro queridísimo poeta-profesor Pedro Granados, vallejiano de cátedra popular, puede desencaminar muy bien sus pupilos de creación poética. Hecho: poesía es descamino más que camino. Se trata, casi siempre, de deseducar miradas condicionadas.

Se ha dicho ya que mejor sería para el poeta no tener nombre… pues poesía, lengua fundente, brota de las honduras del inconsciente colectivo a través de la superficie consciente de algún yo. ¿Pero de quién es la lengua y su legado? ¿Es de un sensitivo que asalta el patrimonio común y dice que la cosa es suya? ¡Agarra el ladrón! La poesía es de quién la hace, de quién la lee, de quién la comparte, de quién la ignora. ¡Que viva la homeríada innominable y gozosa oh estruendo mudo! Y nótelo, la puta de la poesía es también la prosa. Y la novedad también es glosa. La lengua, uno la presta, al diablo y todo.

Del bloque impopular de los anticuados de vanguardia: que la escrita de creación sea escrita plena, que la lectura de creación sea lectura absoluta. Que la literatura aleje todos los mohos y diga generosamente a que vino. ¡Que toda llanura sea castigada!

En este año en el cual la obra de Oswald de Andrade pasó al dominio público, los monumentos a la mesmedad tendrían que ser cubiertos con chantillí para que los relamidos y lambones los lamieron. Alexandre Abdul está entre los prometedores descaminos. ¡Adelante! ¡Saravá!

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Ocúpate de la poesía o la poesía se ocupará de ti

 

 

Ya que hasta ahora no la encuentro en la Web, parece que soy el autor de esta frase: “Ocúpate de la poesía o la poesía se ocupará de ti”; por favor, desmiéntanme .  En todo caso, se halla en un juego paradójico y paródico con aquella otra y tan socorrida desde los años 60 en toda LATAM: “Ocúpate de la política…”.  

Recurro, entonces,  a la IA (Gemini) y me responde:  “Espero que esta reflexión haga justicia a la profundidad de la frase que compartiste. La poesía siempre está esperando, ya sea con los brazos abiertos o con la fuerza de una marea”.

Y la IA añade:

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“En la azotea”: Martín Adán amerindio

Si tuviera un libro de crítica que recomendar, entre todos los que he escrito, sería este; aunque su acceso, quizá sólo por ahora, sea necesariamente vía Amazon.

Para la lectura de La casa de cartón ya se han identificado y diferenciado tres motivos: rosa y piedra: “El ámbito de la rosa: los áridos y helados páramos del pensamiento y de la abstracción donde los objetos son presencias que hacen sufrir con su lucidez. El ámbito de la piedra: las alturas de Machu Picchu, la tentación del abismo […] ahí donde los objetos no son sino son tangibles, donde la vida se vuelve piedra porque la vida es tacto” (Aguilar Mora 68-69). Y el motivo del agua o mar: “El mar es uno de los elementos empleados con mayor frecuencia en la obra. Participa como elemento natural como elemento personificado y como espacio. El mar tiene todas las características de un actante, es descrito y expuesto en sus acciones” (Casule 91). Sin embargo, al motivo del Sol, tan recurrente asimismo en La casa de cartón, la crítica no lo ha atendido o lo ha hecho sólo de modo tangencial u oscilante (Chocano). Invierno/verano, tramonto, seis de la tarde, oro rojizo, oro creciente, calor, posmediodía, resolana, helioterapia, luz del filo de la acera, entre otros muchos testimonios de aquella poderosa red; y sin de ningún modo agotar el sustantivo o sinónimos u otras palabras derivadas o anagramáticas (ejemplo, los recurrentes “soltero” o “solterona”). Lo que hoy postulamos es que Martín Adán, por lo menos en su libro de 1928, aunque podríamos rastrearlo perfectamente hasta Diario de poeta (1973), también se orientó hacia el “Vallejo + Barroco: Varrojo” (Granados 2022). Es decir, no sólo identificamos el motivo del Sol y explicamos su compleja y decisiva red aquí presente; sino, desde una mirada simétrica (y no menos vallejiana), percibirlo como aquel motivo que estructura la obra y devela u otorga sentido a la identidad amerindia del propio narrador-personaje (frente a “Ramón”). Motivo solar, su demostración queda pendiente, asimismo gravitante en toda la producción literaria posterior de Martín Adán.  P.G.

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