Leíamos a Javier Sologuren desde el colegio; la sensación que siempre se nos quedó a través de sus versos fue la de discreta intimidad, levedad y sutileza. Ya en los años universitarios nos llamó la atención la rigurosa arquitectura de sus poemas, su encauzado caudal, que, según hemos averiguado con el poeta, no obedecen a un trazado previo sino a la irrupción instantánea de un sueño resoñado, de un texto gestado largamente en lo oculto. Del mismo modo nos cautivaban su poderosa visualidad. De alguna manera, arquitectura y visualidad iban juntas refinándose, apuntando hacia una totalidad, desechando excesivas apoyaturas (sonoridad, signos de puntuación, figuras retóricas). Nos propusimos entonces algo que ahora daremos a luz, intentar dar cuenta de la coherencia y armonía de esa fanopea, de los pilares que sostenían dicha arquitectura. Incandescentes ideogramas, esta última, o discreto vocabulario el cual, hoy por hoy, podemos conectarlo a una mediación conceptual de corte multinaturalista; a un modo de pensar “amerindio” que surge desde la urbe moderna.
Sin embargo, el presente post es también un texto de extrañeza y de denuncia ante la omisión de nuestra participación, no nos importa o toleramos incluso sea la Universidad de Piura la organizadora, en el Congreso Internacional “Cien años de Javier Sologuren: Palabra continua” (dic. 1-3, 2021). Nuestra convocatoria, con el mismo rango o categoría de cualquier experto en el tema, no ha venido de parte ni del Comité Organizador ni del Comité Académico. Y esto, aparte de parecernos realmente obsceno, nos causa profundo aunque acaso no menos esperado desencanto; lo cual, a través de un correo electrónico, hemos hecho saber a un par de sus responsables: “Estimables colegas, realmente ignoro por qué no me han cursado una invitación para participar activamente, y de manera destacada tal como cualquiera de la lista de sus convidados, en este homenaje a Javier Sologuren. ¿Cuestiones ideológicas, de grupos de amigos, te tozuda insistencia en lo ya de sobra conocido o socorrido por la crítica?”. A lo cual agregaríamos, ¿una vuelta de tuerca institucional más en la desaparición de Pedro Granados de entre la poesía y la crítica de poesía en el Perú? Por supuesto que sí. Pero igual, y en complicidad con el poeta, le rendimos desde aquí nuestro homenaje .
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