Hay un personaje que se apunta en casi toda la obra de Rafael Moreno Casarrubios. A veces él mismo cuenta su historia, otras veces es contada en tercera persona, o incluso alguien la cuenta por él, por eso le digo personaje, porque adopta diferentes figuras a lo largo de su obra, pero mantiene ciertos rasgos que lo hacen identificable y que lo relacionan necesariamente a la figura del autor.
Las circunstancias varían, desde el niño que busca casas para sus perros o el muchacho que vive para meter el gol de su vida, pasando por el joven estudiante creador de una academia pre-universitaria, hasta el hombre acosado por los múltiples desastres que le ocurren en su largo paso por una ciudad australiana, o el de aquel que busca y encuentra a I-Tanggi en sus andanzas por el Asia.
Todos ellos, de alguna u otra manera, recogen elementos que los hacen identificables, como si el propio autor los hubiera creado para reproducirse a sí mismo en medio de las historias y aventuras en las que se ve envuelto, sea en San Antonio, en Chaclacayo, en Australia, o en Bali. Todos tienen en común, primero, el nombre y luego la circunstancia del lugar donde habitan y donde se suceden sus venturas y desventuras.
Prólogo a OBRA RAFAEL MORENO, DE AMÉZAGA
La felicidad era una pelota de fútbol/ Rafael Moreno Casarrubios
Notas sobre Las riberas del río de Rafael Moreno/ Carlos Maza