La técnica no se presta mucho, como a simple vista podría creerse, a falsificaciones ni a
simulaciones. La técnica, en política como en arte, denuncia mejor que todos los
programas y manifiestos la verdadera sensibilidad de un hombre. No hay documento
más fehaciente ni dato más auténtico de nuestra sensibilidad, como nuestra propia
técnica…
Hay artistas que se inscriben como superrealistas y quisieran practicar la estética de
Breton, pero su escultura, su dibujo o su literatura denuncia, por su clase de técnica –
complejo concurso de profundos factores personales y sociales- una sensibilidad,
pongamos por caso, impresionista, cubista o simplemente “pompier”.
Creen muchos que le técnica es un refugio para el truco o para la simulación de una personalidad. A mí me parece que, al contrario, ella pone siempre al desnudo lo que, en realidad, somos y adónde vamos, aun contradiciendo los propósitos postizos y las
externas u advenedizas cerebraciones con que quisiéramos vestirnos y aparecer.