Archivo por meses: agosto 2016

Aguas móviles de la poesía peruana: De los formatos a las sensibilidades

Papa peruana

Según Bernat Padró Nieto [“Los salones parisinos de César Vallejo (1924-1926)”.  Vallejo 2016.  Actas del Congreso Internacional Vallejo Siempre.  Lima: Cátedra Vallejo, 2016. 277-290]: “A ojos de Vallejo, tanto los falsos vanguardistas como los neoclasicistas padecían un grave error: reducían el arte y la poesía a una mera cuestión de formatos, que es el aspecto del arte más fácil de imitar y el que antes se banaliza” (278); y enseguida agrega: “Con el desplazamiento del espíritu nuevo de la forma hacia la sensibilidad que la orienta, Vallejo sintetizaba la cuestión de la poesía nueva sin necesidad de asumir como propia la dicotomía vanguardismo-clasicismo […] “La cuestión clave del arte y de la poesía nueva, dice Vallejo, es fisiológica.  Por ello discute la dimensión elitista que pretendían darle [y en la que andaban errados, recuérdese el éxito del Cubismo] Ortega y Gasset o Guillermo de Torre, que consideraban el arte nuevo impopular porque la masa no lo entiende” (286).  Prejuicio que amerita el siguiente corolario de Padró: “La apuesta por la sensibilidad por encima de la forma y la convicción de la dimensión humana de un arte producido desde la sensibilidad, constituían una posición estética extraordinariamente moderna.  Justamente esa dimensión humana podía hacer del arte y la literatura una actividad política [Bourdieu, Rancière, Latour, etc.]” (287).  A lo que cabría añadir, en vistas a dilucidar los alcances de la “sensibilidad vallejiana”,  que ésta no se puede explicar tampoco sin tomar en cuenta su fundamental componente cultural.

Es decir, acaso es tarea de la academia, hoy más que nunca, intentar superar –a modo de un salto cualitativo– las clasificaciones y taxonomías y atrevernos a evaluar la “poesía nueva” en cuanto y en tanto “sensibilidades nuevas” en o para un contexto determinado.  Y, asimismo, atrevernos a trabajar  en el aspecto cultural con opacidades (mixturas, hibrideces, simultaneidades) ya que, de modo casi unánime, partimos de esencialismos o privilegiamos temas o motivos: esta poesía es andina — incluso ‘quechua’– porque habla de determinados temas o con determinado vocabulario; esta otra es del “lenguaje” porque es más o menos metalingüística; o esta otra es “meramente” coloquial o anticuada; etc.  Así no llegamos a ninguna parte; salvo a que nos editen el libro porque cumple de antemano con una agenda de intereses más o menos políticamente correctos; peor aún, más  o menos concertados con la institución literaria vigente o dominante.

En este sentido, los estudios de Antonio Cornejo Polar, de José Antonio Mazzotti, de Luis Chueca y, ahora, de Paul Guillén [“Prólogo” de Aguas móviles.  Antología de poesía peruana 1978-2006 (Lima: Perro de Ambiente, 2016)] — citados aquí porque gravitan, a su vez, en los criterios teóricos del antologador– insisten  en formatear y no decir mucho.  En su descargo, Guillén de algún modo lo admite al decir que los poetas antologados pueden –en la práctica– compartir un poco de cada cosa; es decir, acaso podrían ser  coloquial-surrealistas, aborigen-glosemáticos, concretistas-coloquiales; etc.  Y esto de por sí acaso ya constituya un gesto que amerita un posterior desarrollo.  Otro mérito de Guillén, aquí, es haber prescindido de ciertos autores por inercia previsibles y, en realidad, incluso impresentables.  Y, además, a pesar de ser  Guillén devoto de Hora Zero, mostrarnos probablemente  la mejor muestra de poesía de los 80 –en muchos aspectos fundamentales contraria a Hora Zero— que conocemos.  Atinada  micro-muestra de los 80 por la variedad, sustancialidad y diferencia de los poetas convocados; incluso, una especie de corpus desde donde podemos empezar productivamente a estudiarla.  Ver cómo, por ejemplo, al escribir Roger Santiváñez quizá se arriesga en el lenguaje, pero no en el diseño de su yo poético, por lo general  bien pertrechado, auto-persuadido y docente.  U observar, en el polo opuesto, la extraordinaria evaporación del yo y de sus trabajos en los fragmentos de Magdalena Chocano (bebiendo de Adán, Sor Juana y J. E. Eielson).  De qué manera, el siempre joven Reynaldo Jiménez, no va más allá de un Javier Sologuren oculto o bien camuflado, ya que un mismo –y de similar modo– “azahar” a ambos desvela.  Ver cómo, la siempre joven y guapa, Patricia Alba, es la verdadera madre del cordero; es decir, de la poesía escrita por mujeres de aquellos años; sin el decoro excesivo, más bien ideológico,  de Rosella Di Paolo,  ni  los desplantes de Rocío Silva Santisteban; y no sólo la escrita por las mujeres.   En fin, atisbar  la manera por la cual Domingo de Ramos construye la andanada de sus rompecabezas (“como” + encabalgamiento) sin necesidad de ir más lejos.  Etc, etc., etc.

»Leer más

Poesía mexicana AD Edgar Artaud Méndez Papasquiaro

Reversible

María Baranda

Ditirámbica y nerudiana. A su poesía la enmarcan espacios abiertos y grandes con abundancia de imágenes descriptivas. Asimismo, aquélla apela a un discurso ritual y -rasgo común a cierto feminismo aún en boga- re-civilizador; en tanto y en cuanto, por ejemplo en palabras de Graig Owens, “lo que parece plantearse es la inadecuación de las construcciones teóricas [llamémoslas aquí poéticas] existentes para dar cuenta de la especificidad de la experiencia de una mujer” [La posmodernidad (Barcelona: Editorial Kairós, 2002) p.123]. De este modo, y muy segura de sí misma, Baranda se adentra del brazo de Neruda en la historia; y aquí estriba precisamente su hibris: el espejismo de lo elocuente y la escenografía banal o meramente decorativa y, algo más grave, la adecuación de su verso a una personalidad poética más que inaparente: ultramachista y megalómana. Mejor posicionada la encontramos cuando, en repentino estado de gracia, algunas halladas palabras -sin requiebros ni mayores pretenciones- dan alcance a un yo poético mucho más íntimo; es decir, ponen en tabla rasa todo lo anterior: “Siento el ardor sin sombra de los bosques” o “Ah, la claridad en el filo de la descomposición” (Extasis).

Efraín Bartolomé

Espléndidas viñetas. Ritos de color y sabor y sonido. Inquietantes historias surgidas a la hora del ocio, de la siesta, tal como si se tratara de una involuntaria y feliz erección. Apariciones o efímeras personificaciones sobre una misma y envolvente pantalla de agua y de sol:

“La luz estalla contra las piedras blancas: rompe sus uñas frágiles, hiere con sus astillas los carrizales tiernos, el palmar, las breves sombras del embarcadero. El pueblo esparce su violento escozor. Cuece sobre cenizas la esencia de esos cuerpos: carne y palmera, carne y caña dulce, carne como ese lento río balanceándose” (Tatuajes en el agua).

El poema es una marmita de encantadas metamorfosis; aunque, a veces también, sus hallazgos sean previsibles, no menos redundantes y cedan a la pincelada meramente decorativa. Mas, quizá estos contrastes en el espectro poético de Efraín Bartolomé sean los propios de aquél que está presidido, glosando a Gastón Bachelard, por el ensueño de lo acuático. En conjunto, sus poemas son de agradable y, casi siempre, sugerente factura: “En el cristal suavísimo/ En el cristal alado de las aguas/ cae mi voz” (El agua desdichada).

Alberto Blanco

Desarrolla y problematiza aún más las paradojas de la logopoeia típica de un autor como Jorge Luis Borges y que constan también, por ejemplo, en el canon tradicional de la poesía china o japonesa. El lenguaje de su poesía se adecúa ceñidamente a estos intereses: lógica, economía y precisión de la palabra al mejor estilo de Roberto Juarroz. Pero, sin duda, Blanco ejercita una alquimia propia; sobre todo cuando acierta a catalizar lo emotivo en medio de tan implacable sistema de pares binarios: “La patria de un poeta es la palabra/ y sus extensos dominios una página en blanco /…/ No esperes comprensión fuera de tu elemento/ ni perdón ni cariño sino de tus criaturas” (Metamorfosis de la silla) o también este otro ejemplo: “Nadie nada en estas aguas del dolor/ a menos que ya sea capaz de nadar” (Los tres estados y los tres reinos). En síntesis, interesante poesía que es en sí misma antídoto contra excesos nerudianos o empalagos surrealizantes. Sin embargo, su limitación fundamental estriba en la carencia de sentido del humor. Toda poesía -y probablemente toda literatura- que pretende enseñar, termina por pasarse al bando de la didáctica; es decir, asumir un rictus de solemnidad desde el diseño de un yo poético absurdamente compacto y omnisciente.

Carmen Boullosa

Aunque es más conocida internacionalmente por sus novelas, también tiene en su haber varios libros de poesía. RM sólo incluye Jardín Elíseo, poema narrativo de extención un tanto excesiva, pero de impecable ritmo. El talento para la narración y la matización a veces no bastan en poesía, sobre todo si el texto es demasiado largo. La extención del poema parecería requerir, tal como Poe lo elocubró, una medida media. Inevitablemente se cae en lo prescindible o aflora la esmerada carpintería del poema: la descripción ingeniosa, los giros pasmosamente logrados, pero no inevitables; y la misma propuesta poética -su logopoeia- se diluye también. Por último, un texto apoyado en la 1era persona, así de elocuente y así de largo, es facilmente filtrado -si no hecho naufragar- por el narcicismo: el tópico de la falsa modestia comienza a hacer agua por todas partes.

De modo semejante a Antes o Mejor desaparece, dos novelas de la misma autora, Jardín Elíseopareciera hurgar en un estado de cosas anterior, en términos de Jacques Lacan, a la simbolización: “las leyes del hombre y de la mujer”, leemos hacia la tercera parte de aquel largo poema; o, al menos, vislumbrar algunas formas de heterodoxia al proceso por el cual nos hacemos seres conscientes; es decir, una vez superado el estadio de lo indeterminado, consonantes con una manera de ser y de estar en el mundo:

“Lo que pasa aquí queda fuera de la vista.
No son dioses los que emiten estos ruidos imbéciles, los que braman
y rugen.
A ruidos necios , oídos sordos.
Ante el jardín de Eliseo, anteponer
ojos ciegos, tacto y olfato muertos,
e imaginar, imaginar,
subirse al ave enorme de los sueños para habitar por un momento el
rincón de mansedumbre”

Como en los Comentarios Reales del Inca Garcilaso, la descripción de esta arcadia se convierte, pues, en polifónica utopía. Ni simplista ni sectaria, sino con la plenitud y solidaridad que hallamos en el seno materno o que nace de lo indeterminado.

Coral Bracho

Filigrana de versos volcados en busca de un “surrealismo” femenino; es decir, el de un Paz con nítidas faldas. Bracho insiste en el sonsonete de la luz y del color, pero sólo desde un exterior convencionalmente iluminado. En este sentido, el mérito de Gloria Gervitz -como en seguida veremos- estriba en que asumiendo similares motivos poéticos lo hace desde dentro, desde la obscuridad o la noche, y a través de una auténtica práctica alquímica, lo cual se refleja en la densidad e inventiva de sus palpitantes versos.

Por su parte, aunque Boullosa es mucho más excesiva en sus poemas, es una Bracho más inteligente y reflexiva; aunque, a veces también, no menos retórica o espúreamente elocuente.

Elsa Cross

Filósofa (Ph.D.), mitóloga profesional, y absolutamente aburrida. Una vez más, se evoca lo trascendente sin una crítica previa o revisión del lenguaje que se emplea. Su poesía es un mapa más o menos descoyuntado -la escritura o composición por campos típicamente “moderna”- y harto anodino.

Alfonso D’Aquino

Entre el caligrama y San Juan de la Cruz: minimalismo místico, espesor de la letra, verso tautológico; pero todo demasiado previsible y monótono.

Antonio del Toro

Como su verso, “Es un juego de cartas donde no se arriesga”, es su poesía. Uso correcto de la sintaxis, de la gramática y de la ortografía: nada más.

Gerardo Deniz

Por fin algo de humor en la presente antología. Lenguaje sorprendente. Rico en resonancias barrocas, aunque en versículos de corte elioteano o poundiano. Barroco también en la percepcióndesencantada y burlesca de lo pasajero y meramente aparente que es la vida. Su herencia fundamental son Góngora, Quevedo y Valle Inclán; ensaya como este último, en su novela Tirano Banderas, la aclimatación en su verso de un vocabulario español internacional. Parodia del amor; de nuestro trato con la infancia que, asimismo, nos ha infantilizado; del conocimiento. Atención a lo grotesco y no sólo a lo ridículo o perecedero:

“Mientras yo la embestía sin cuartel,
ella, con un pulgar y un índice,
se meneaba un colmillo flojo, color ocre,
y crujía toda del dolor agridulce, retorciéndose,
cuchicheando frases truncas entre carrasperas
hasta que, al aproximarse a la cima,
consiguió arrancárselo,
se relamió una raya de sangre, lo tiró sobre mi hombro
-y me detuve en seco,
pues sonó que rompía algo de crystal fino, tal vez una illusion.
Corrí a encender la luz del techo, busqué a gatas, pero nada hallé”

(“Edipo al cubo”).

En buena cuenta, y en este sentido el barroco se toca con lo más contemporáneo o postmoderno, la poesía de Deniz es una investigación que trata de distinguir la realidad de las ilusiones en nuestra cultura; se inhibe de seguir creando imágenes y, más bien -para desmitificarlas-, de un modo brechtiano y con humor las saca de contexto.

Jorge Fernández Granados

Hedonismo por las palabras de ascendencia barroca; aunque su poesía transluce muy poca experiencia vital. Neobarroco -más bien lite- demasiado elocuente y, sobre todo, fatalmente libresco. Tal como su contemporáneo, el poeta uruguayo Rafael Courtosie, mucho mejor en sus textos en prosa; fino brocado, pero que a veces sólo oculta una carne anodina, más bien vulgar.

La poesía de Fernández Granados soporta un arduo problema de hondura y de carencia de sentido del humor; sin embargo, la percibimos aún como una auténtica promesa.

Malva Flores

Previsible, aburrida y paceana: “cuando dos se besan/ reinician la fundación del otro” (Turbia dicción).

Gloria Gervitz

Ernesto Sábato de la lírica mexicana. Monotemática y algo enfática en su introspección, perointensa en su desnuda vibración emotiva. Como auténtica judía, su más alta dignidad es la errancia: “Migraciones” de las cuales nos hace partícipes y en las que íntimamente nos reconocemos. Borges, en aquello de que nos inventamos un sueño; la poesía de Gervitz pretende, literalmente, sacar a la superficie del poema todo este frágil tinglado:

“Ya no tengo brújula. Estoy abrazada al aire
¿Dónde se rompen los latidos? ¿con qué se desprende este último
pedazo de sueño?
Y la casa amarrada a un árbol, amarada al viento
Las hojas y su sombra de ópalo”
(Migraciones).

Por otro lado, ya hemos anotado algo más arriba algunas afinidades y distanciamientos con otras poetas mexicanas de su generación.

Francisco Hernández

Viñetas más o menos interesantes por su hilo narrativo, pero de grado cero en su trabajo con la lengua.

Claudio Hernández de Valle-Arizpe

Persiste la idea de que la poesía consiste básicamente en observar un uso correcto de los vocablos: cultivar alguna forma sistemática de decoro -o anti decoro- y ejercitarse en la escrupulosa precisión de las palabras; mas, perdiendo de vista la apuesta y el riesgo que supone siempre escribir. Creemos que la poesía no se halla necesariamente en las palabras, aunque sea un arte que tenga su materia prima en ellas; prueba de esto sería la poesía de Rubén Darío, absolutamente periclitada en su estética ya, pero aún vigente en tanto revela adhesión y radical aventura de un yo poético en su relación con la literatura. Hernández del Valle-Arizpe hace un fetiche de las palabras, aquí estriba su logro y, asimismo, su ínfimo alcance.

David Huerta

Bajo los auspicios de un sugestivo verso de César Vallejo (“Y hembra es el alma de la ausente,/ y hembra es el alma mía”), pero -para facilitar su labor- valiéndose de Pablo Neruda, Huerta construye un interesante poema titulado Trece intenciones contra el amor trivial: “Hay mujeres, mal sueño mío,/ muertas en mí -arrojadas como cabelleras” (III). A la convincente vibración vital -a un escribir en estado de destierro- se unen un sabio control del discurso, sobriedad de la lengua y, sobre todo, una propuesta conceptual suficientemente ventilada y moderna. En lo demás, sus textos más largos, merodea en demasía el autor de Residencia en la tierra.

Pura López Cólome

Quizá la voz femenina más completa de las aquí antologadas. Muchos de sus textos, como los de lamística, tienen su parte en verso seguida de comentario no necesariamente más transparente que la anterior. La suya es una poesía apasionada y, al mismo tiempo, perturbadoramente despierta:

“Espero afuera del salón de clases de tercero de primaria. El examen será oral, individual: triunfal. Todo el mundo tiembla. Se trata de una prueba de lengua nacional. Siento la boca seca, pastosa, el paladar partido. Soy toda gusto estéril, verdadera cornucopia ahogada. Entro. Cierro la puerta. Subo despacio a la tarima. “Conjuga lo que quieras en cualquier tiempo.” Sin dudar un instante, yacer es la elección […] Transparente, revelada exultó mi lengua”

Como sus congéneres y poetas, Gloria Orozco y Alejandra Pizarnick, Pura López Cólome se adentra en un lugar sin nombre aún y sin rostro.

Tedi López Mills

Es otro devoto de las palabras. Su escritura va de cara al lector cuando éste poco debe importar a la hora de escribir poesía. Textos excesivos, aunque -en sus mejores momentos- también dejan translucir un meditar hondo e inteligente.

Ernesto Lumbreras

Fervor por Borges. Mejor en su prosa poética por singulares aciertoslúdico-especulativos y la sugestiva aclimatación de una fantasía entre gótica y carrolliana:

“La construcción del muro avanza. Un sentimiento de aquiescencia me domina. ¿De qué temblor o incendio esta formación de piedra nos proteje? En sus extremos ordené construir dos hornacinas. En una reposa el sol rodeado de peces. En la otra, un diablo se masturba delante de un colibrí. (El cielo).

A gran distancia de este talento para la fabulación están sus reflexiones sobre la poesía. Sin embargo, como los buenos poetas, a su trabajo lo preside cierta cuita inconfundiblemente autista, aparte de un siempre oportuno sentido del humor.

Eduardo Milán

Es un autor fascinado por su público. Narcisismo focalizado que, en contraste por ejemplo con la poesía de Ernesto Lumbreras, no aparece descentrado en la sabrosa trama de la fabulación. Resulta insufrible por pretendernos vender teoría postmoderna allí donde sólo encontramos un verso pretencioso y de onanista lugar común, como en “Me refiero a ti como a dos fieras porque“:

“Hay que estar
muy herido para referirse, muy herido de lenguaje

Escribir es
desnudarse, escribir es vestirse. Pero el vértigo
no viste, viste de rojo, el pájaro de sangre, el
gorjeo del pájaro de sangre en Inglaterra: pio, pio.

Por último,
sin miedo, me refiero a mí”.

El sujeto poético se toma demasiado en serio y, por lo tanto, su lenguaje se torna descontentadizo o banalmente patético. La de Milán es una de las injustificadísimas inclusiones en las Insulas extrañas, antología trasatlántica de lo mejor de la poesía hispana en los últimos cincuenta años.

Fabio Morábito

Viñetas -ejemplo, La esponja, Las tijeras- absolutamente anodinas. La flexibilidad de su escritura -coloquialidad y llaneza del vocabulario- modula un poco mejor en el verso. Rehuidas la intensidad o la “rareza” del lenguaje de la poesía, no se las reemplaza con ninguna otra cosa; como leemos en uno de sus versos, su poesía “palidece por falta de carácter” (Los elefantes nacen viejos).

Josué Ramírez

Notable su poema Topografía, sobre su madre y con la resonancia de los que también compusiera César Vallejo:

“Recibí de mi madre -igual que otros- la carta que no abrí, el pecho, su dorso generoso al darse un baño a la orilla del río. La vi entre paredes de una casa andar de un lado a otro sin salida. La raíz le miré, la herida intacta, y la perturbadora y fugitiva ceniza le miré”.

Bien dosificados zigzagueos del hipérbaton en correspondencia a esa búsqueda de variadas aristas y esquivas diemensiones.

José Luis Rivas

Poeta raro en el contexto de Reversible Monuments por celebrativo y gozoso. Vocabulario muy rico y en caída libre: inventándose y transformándose como en la sabia lección de Altazor de Vicente Huidobro.

Francisco Segovia

Poesía de corte tradicional, impecable. También como los clásicos, se propone enseñar deleitando. Asimismo, otra ave rara -tal como José Luis Rivas- ya que para él el mundo es un locus amoenus, sólo por nuestra necedad incumplido.

Pedro Serrano

Estos tres últimos poetas -nacidos en los ’50- parecieran constatar las evidentes diferencias con la generación posterior que no pretende instruir ni, mucho menos, deleitar. Sin embargo, a aquella poesía puede quedarle todavía algún resto notable, muestras de intensidad junto a precisión de las palabras:

“En la humedad de mi lengua la espiral de la serpiente,
En la frontalidad del cuerpo una espiga y el agua.

En el ano el baño zodiacal.
En los pies las toxinas y el dolor del águila.
En codos y rodillas cuatro agujas al viento.

En el sexo la densa multitud, la espesa sed, la palabra.

En mi mismo una ola que revienta”
(Rosario).

Aunque, por otro lado, percibimos también cierta tonadilla nostalgica o melancólica que los más jóvenes hacen muy bien en rechazar.

Manuel Ulacia

Quizá como típico Ph.D. (Yale) la suya es una poesía, además de melancólica, libresca y a priori especulativa; es decir, de antemano el yo poético desea que lo percibamos listo. La galaxia Paz (aludimos, entre otros, a los antologadores de las Insulas extrañas) le pone cabe a su verso:

“En la playa
palabras de sal y espuma
se dibujan en la arena.
Las olas del mar
nombran a la tierra”
(En la playa).

Ni Cernuda lo salva -cuando Ulacia se dispone a desear igualito que el gran poeta sevillano- porque sus poemas eróticos son vulgares; es decir, su apetito es estrictamente de este mundo, entendámonos, el del consumo y la comodidad:

“Bastó sólo una mirada,
el silencio entre dos frases, el tenue roce en tu mano
cuando pediste la llave
en el calor de la siesta,
para que el joven conserje
con mirada de gacela
fuera detrás de ti, al cuarto”
(“En el Ritz de Meknés”).

Verónica Volkow

Problema de focus en sus motivos y en su lenguaje. No existe variedad, sí diletancia entre la auscultación y el testimonio; tiene de Octavio Paz y de León Felipe. A nivel del lenguaje ocurre algo similar, une comparaciones y anáforas junto a asociaciones libres; falta de riesgo -y creatividad- general.

Heriberto Yépez

Interesante presencia de Roque Dalton en su poesía, mezcla de testimonio y buen humor. Poesía cotidiana y callejera de cara a la frontera con USA.

»Leer más

Sáenz, Roncalla, Mirtembaum, Granados

descarga

Conocí a Jaime Sáenz gracias a mi hermano, el silencioso poeta judio aimara, Jossy Mirtembaum, que solía encontrarse con el poeta en los elevadores de un ignoto edificio de La Paz. Por ahí alguna novia fugaz me contó ser admiradora suya. Vuelve Jaime Sáenz en este artículo de Pedro Granados que ha sido presentado en el último JALLA de la Paz. Una interesante lectura dede el teleférico El Alto – Paz, que nos hace ver un diálogo entre Jaime Sáenz y César Vallejo, que no había visto. Salve. Artículo tomado de VALLEJO SIN FRONTERAS.

»Leer más

Sobre “Los poetas vivos y más vivos del Perú”

descarga

Esa viveza de la que habla Granados parece que ha revivido con más fuerza en tiempos digitales, ¿Crees que con las redes sociales es más fácil fabricar un poeta?
Absolutamente. Si cuestionas a los farsantes te bloquean y así resuelven sus problemas muchos cobardes. En ese sentido, la censura les queda al alcance de un click. Pero no todo es negativo ya que las redes sociales dan la oportunidad de conocer a gente afín en lugares muy distantes de tu residencia. Sin embargo, aún en este último caso, hay muy pocos espacios de confrontación y crítica y sin crítica toda pasa por agua caliente como se decía antes. En tales términos del texto de Granados diría que ahora sobreabundan los Orrillos en tanto que escasean, como la ambrosia, los Ojedas.

»Leer más

Sobre la poesía de Fredy Roncalla

Fredy

Decíamos, ya en 2002, sobre la obra de Fredy:

“Autores valiosos de la poesía si no indígena, al menos sí de corte popular -es decir, necesariamente “chola” o “zamba” en el Perú- y post-arguediana, son Cesáreo Martínez, en los 70, cuya prematura muerte lo encontró quizá escribiendo sus mejores poemas; y Fredy Roncaya -en los 80, con Canto de pájaro– que ahora mismo practica una poesía multilingue (quechua-española-inglesa) y es un olvidado más en el ámbito de la miope y oficial crítica literaria peruana” (Nota 5) (“Los poetas vivos y más vivos del Perú, y también de otras latitudes”, Babab, 15 septiembre).

Y nos extraña, sobremanera, habiendo sido reproducido este artículo varias veces y en numerosos medios –tanto digitales como en papel, y figurar  incluso en el catálogo de la MLA International Bibliography— no sea citado por Ulises Juan Zevallos Aguilar, en sus alcances al “trilingüismo” de la poesía de nuestro autor (ponencia en JALLA 2016); ni tampoco por Julio E. Noriega Bernuy en Caminan los apus.  Escritura andina en migración (Lima: Pakarina, 2012), en específico en el apartado de su libro  acaso más pertinente al asunto: “Sujetos y textos trasandinos: la poética de Fredy Roncalla”.

Lo anterior, obliterando de algún modo que Fredy se constituyó en personaje muy importante de mi primera novela breve, Prepucio carmesí (New Jersey: ENE, 2000).

¿Olvido, negligencia, mala leche?

»Leer más

En cuanto tenga avances/ Edgar Artaud Méndez Papasquiaro

Edgar en Puebla

En cuanto tenga avances

te los haré llegar

aunque presiento que aún estoy a inicios

de un largo camino

que no sé a dónde va.

No me preocupa para nada la trascendencia

sé muy bien que la Tierra,  nuestra especie

el Sistema Solar y la Vía Láctea

nos hace anónimos.

Las poblaciones futuras

dentro de cientos de miles de años y millones

no estarán enterados de que alguna vez existimos.

Somos una fosa común.

Así que disfrutemos

nuestro diminuto espacio en esta vida

ja!

»Leer más

Acercamientos críticos al infrarrealismo (JALLA 2016)

image

Expusieron:

Rubén Medina (Universidad de Wisconsin-­‐Madison), “Zarazo, antecedente del infrarrealismo”

Zarazo (1974), la efímera revista [Hora Zero, César Gamarra, Juan Ramírez Ruiz, Isaac Rupay, Allen Ginsberg]  que publicó Mario Santiago Papasquiaro (1953), juega en México un rol fundamental ya que aquí, según Medina,  no hubo verdadera vanguardia.  Se opuso –ideológica y estéticamente– a la oficialista Plural [1971-1976], de Octavio Paz.

Rubén Medina es editor de Perros habitados por las voces del desierto (México: Editorial Aldus, 2013).  Libro del que ya hicimos una reseña que, por breve, pasamos a transcribir íntegra:

“Tal como los textos de Hora Zero, la poesía infrarrealista y la que en específico compila esta antología “personal” (de Rubén Medina, autoincluido aquí) ha patéticamente envejecido.  De manera simultánea a Ginsberg, las muchachas, Rayuela, Fidel Castro, el LSD, la & y un amplio etcétera.  Enhorabuena.  Ahora sólo nos queda, siempre es la tarea pendiente, hacer poesía.  Los que se salvan aquí son Edgar Artaud Jarry, por su “esposa”, inteligencia y sentido del humor; y el mismísimo Mario Santiago Papasquiaro, el de  “mi patria es este cacto jugoso que arranco de la boca misma del desierto”, que siempre fue un gran poeta y de ninguna manera un grupo. El resto no es silencio, sino un murmullo apiñado y denso.  A esta antología ni la salva el sesudo, inofensivo  y aburrido texto introductorio del profesor  Medina, el de  “Applying for citizenship”, aunque cite y recite a Roberto Bolaño, asomando con un manifiesto (“Déjenlo todo, nuevamente”) también  por aquí”

John Burns (Rockford University),Consejos de 1 discípulo de Marx a 1 fanático de Heidegger: Conocimiento y representación”

Largo poema escrito a sus veinte años por  Mario Santiago Papasquiaro (o “Ulises Lima”) [“El mundo se te da en fragmentos/ en astillas:…”].  Historia, filosofía, política, cine… todo junto.  Charles Olson, Allen Ginsberg [… Domingo de Ramos].

También Pessoa, aunque pensamos que aquel poema de Papasquiaro no llega a ser polifónico; no existen varias voces que se disputen el poema –tipo Taberna, de Roque Dalton–, sino como una sola voz omnívora y que desea amplificarse hasta la estridencia.  El título de aquel poema es harto elocuente; un sujeto –más que escindido– complejo  intelectual y políticamente (Marx y Heidegger).  Dicotomía, por ejemplo en el Perú, planteada en la generación del 50 (poetas puros/ sociales o comprometidos), resuelta de algún modo –aunque en amalgama, digamos, clasemediera o burguesa– en los 60 por Antonio Cisneros y Rodolfo Hinostroza; y vuelta a reactivar en los 70 con Hora Zero (anterior e influyente del Infrarrealismo), grupo archi-enemigo, por lo menos, de Cisneros; aunque ahora mismo la mayoría de ellos [con excepción del talentoso y ya finado, Juan Ramírez Ruiz, fundador de HZ] no menos aburguesados que el autor de Como higuera en un campo de golf.

Y se leyó (en ausencia del expositor)

Nibaldo Acero (Universidad Católica de Chile), “Que Bolaño se vaya a Santiago”

Texto cuya sumilla reza:

“Esta reflexión se interna en la relación de amistad poética entre Roberto Bolaño y Mario Santiago, poetas fundadores, entre otros, del Infrarrealismo. El texto esboza las evidencias del impacto de esta relación de amistad (de experiencias, de apreciación estética) en la obra de Roberto Bolaño, quien observaría en la lírica y figura de Mario Santiago la cabeza de la tribu infrarrealista, transformándose, probablemente, en la gran influencia de la escritura global de Bolaño (desde la lírica hasta en su prosa). En síntesis, el autor apuesta aquí que la estética de Bolaño, uno de los mejores narradores del último tiempo, es activada por la potencia lírica de Mario Santiago, que a modo de ver del autor de esta ponencia, es uno de los grandes poetas latinoamericanos del siglo XX”.

»Leer más

Literatura digital: prácticas creativas y procedimientos en la literatura latinoamericana contemporánea

Anahí Ré, José Aburto (centro) y Luis González

Luis Felipe González, “Poemas en clave twitter: @poetatuiteame y @Elhombredetweed.  Aportes a la poesía colaborativa”.  Universidad Santo Tomás, Colombia.

Poesía en clave de twitter, redes sociales y otras plataformas digitales.  Importancia, otra vez, de la forma (como en la poesía concreta).  J.L.Borges como horizonte de expectativas: toda la literatura no son más que tres o cuatro metáforas que repetimos y combinamos.  Una aplicación fue, por ejemplo, la interconexión entre twitter y reggaeton (sus letras románticas o pegajosas) para incentivar la lecto-escritura en el aula.

Pregunta:

-Cuando trabajamos con la gente en los talleres de creación literaria–en aras de romper el yo clasista y autoritario, e ir ejercitándonos en una democracia más perfeccionada– cabe superar lo lúdico o el boutade, o  lograr esto último es ya de por sí suficiente.  O, en otro caso, al trabajar con la gente cabe superar la “poesía de auto-ayuda” (tipo Acción Poética).  Si es así, ¿cómo?

Anahí Alejandra Ré, “Instrucciones de uso en la poesía digital (o de cómo desprogramar la lectura)”.  Universidad Nacional de Córdova, Argentina.

Como su nombre lo indica, Ré propuso rescatar el gesto libérrimo del lector ante el pacto de lectura (Lejeune); con la salvedad de que no podemos soslayar del todo el manual de instrucciones porque, si no, caeríamos en el caos.   Desarrollar nuestros propios artefactos (Deleuze), por lo tanto, tiene sus inevitables límites.  Contactos con Rayuela y, más bien contra, los Manifiestos vanguardistas.

José Aburto Zolezzi, “Murmullos, corpus abierto de poesía escrita en forma digital”.  Poeta peruano.

La materia o el soporte modifica el significado.  El blog sería el límite (hacia abajo) de la literatura digital.  Su proyecto “Murmullos” –el más reciente, entre otros análogos  desarrollados desde hace varios años–  se propone construir un Instagram de Poesía.  Es decir, y al margen de la posible calidad de la misma, busca integrar todo lo escrito en verso.  Además de pretender reunir, como en torno a una gran familia, a todos los que practican poesía en verso (novatos y consagrados, basta con que hayan publicado algo en la Internet).  A esto último describe como: “nueva utopía para el texto poético”… conectar poemas con las personas interesadas o militantes en la poesía.  Expositor, por lo demás, muy  solvente en el tema.

Preguntas:

-El caleidoscopio –y en especial el casero, hecho con un cono de cartón– no sería, si no de modo exclusivo, un antecedente de este sugestivo juego con monemas a los que incluso podemos añadir color.

-“Murmullos” transita por la estilística cuantitativa (Ej. Meo Zilio contando cada uno de los huesos de César Vallejo); pero sería posible agregar o deslizar hacia este formato una, más bien, cualitativa, social, contextual o política.  Cabe valorar en la Internet o sólo debemos, por principio democrático, incluir –y difundir– literalmente todo lo que viene.

-Durante la exposición de José Aburto pensaba, aunque de modo intermitente, en Carlos Argentino –autor del poema “La tierra”, en el cuento El Aleph de J.L.Borges–.  El afán de ser puntilloso o exhaustivo puede ser (o más bien es) un sofisma.  La poesía es el atajo por excelencia; semejante a una pequeña esfera brillante –donde podemos ver, y en tiempo real, cada uno de los granos de arena de una playa– y no un mapa.  Aunque un buen archivo, acaso, bien nos podría ayudar.

 

»Leer más