La Ciudad Trilce de Christian Vera Ossina

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“Bajo los términos de mi escritura, de la estética que quisiera configurar creo que los géneros son una frontera artificial y caprichosa.  Mi libro Ciudad Trilce es una intrincada obra que somete al lector a un juego narrativo muy perverso, ambicioso y difícil. Además que está escrito con infinitas huellas poéticas, invadido de referencias literarias y teóricas”, declara por ahí Christian Vera y no se equivoca.  Todavía no hemos leído la “novela” Click (2012); pero sí demorada y minuciosamente, es decir de modo muy perverso, Ciudad Trilce (La Paz: Plural, 2009), “poemario” con el que el autor obtuviera, en su natal Bolivia, el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal de 2008.

El esquema de Ciudad Trilce es el siguiente: Vallejo-Sáenz-Vera; con el autor de Muerte por el tacto (Jaime Sáenz) a manera de bisagra o aduana en la concepción e incluso –a pesar del espeso venecianismo de la propuesta– de la escritura aparapita de este encarnado libro de ensayo-novela policial-poesía por entregas al que le vamos metiendo diente.  Un primer logro de Vera, hacernos olvidar a un autor tan aburrido y, en su contrato con el lector, tan políticamente correcto como Edmundo Paz Soldán: listo y holista.  En la crítica, a los epígonos –bolivianos– de Antonio Cornejo Polar: “Las huestes de alimañas andróginas que surfean por la/ porosidad metálica de los restos aglomerados de Ciudad /Trilce han perdido el don de alimentarse de la palabra”.  Y en la poesía de su país a casi todo el mundo entre los poetas neo-románticos, neo-místicos, neo-comprometidos de hace un momento y de ahora mismo.  Con Vera la literatura culta boliviana, aunque escasamente luego de un siglo,  confirma su vanguardia más específica que no representaron los desplantes de  Hilda Mundi y sí, volvemos a repetirlo, la también vallejeana obra de Sáenz (probablemente éste leyó a César Vallejo en la edición de Losada de 1949).  Como la de este último autor, y seguro como los versos de un Humberto Quino, Ciudad Trilce es –en medio de Kafka, Joyce o   Flaubert– un homenaje y debate con la poesía peruana.  Y, en particular, una extra-ordinaria lectura del poemario de Vallejo de 1922; aunque contamine a ésta, y sea a su vez un homenaje póstumo, el más de medio siglo de fervor de André Coyné por la obra del peruano.

Ciudad que tiene como alcalde a Macedonio Fernández: “duramente criticado por la oposición realista”.  Simbiosis de autores (Vera y Vallejo).  Heroína (H, muda) incrustada en el horadado y penetrado héroe-lector denominado el “aHsesino”.  Y epifanías encontradas no a priori, sino como a posteriori y a través del mismo encabritado e imaginativo lenguaje: “Escribí sobre la transparencia de una superposición de dudas…/ Y me dormí, como suelen dormirse los fantoches de goma/ sobre El Alto gatuno de un poste”.  Christian Vera en tanto autor es ante todo un lector emancipado.  Soberano.  En la medida en que aún no lo somos los escritores andinos o, al menos, sus poetas.  Por eso tan sosamente narcisista o inintencionadamente banal o tozudamente comprometida o fácilmente manipulable por el mercado de valores (verbigracia, Kozer, Milán o Zurita) es todavía aquélla entre nosotros.

 

Christian Vera (1976) nació y vive en La Paz (Bolivia). Realizó estudios literarios en Bolivia y Argentina, trabaja como profesor de literatura y escribe poesía y ficción.

Puntuación: 5 / Votos: 7

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