Archivo por meses: marzo 2014

[No soy un boy scout de la crítica]

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No soy un boy scout de la crítica.  Tengo malos pensamientos y turbios deseos.  No sé leer como si en los poemas hubiera malos y buenos; dignos e indignos; gente que merecería ser escuchada y otra impresentable.  Por lo general, pillo al que se camufla entre las palabras; lo hallo en paños menores desolado o masturbándose las más de las veces.  En la literatura no hay inocentes.  Mayores o menores hijos de puta, nada más.  Arribistas y cortesanos.  Tontos ocupados a montón.  Holistas por recóndito  acomodo.  Uno, cualquiera, consciente o no, escribe sobre esta base miserable; humana y deleznable.  Hasta que a veces aparece la poesía, directamente y en apariencia por un capricho, y levanta esa harina seca; de los desechos improvisa un manjar.  Así que lo que debería ser historiable es la presencia de la poesía entre nosotros; bola de escépticos, secularizados y violentos/ tas.  Lo que debería ser estudiado de un modo en que nuestros profesores no nos han enseñado y tendremos como que empezar de nuevo.  Letrada o no, estudiar la literatura y la poesía desde su acontecimiento.

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El más allá de Víctor Vich

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Leemos por ahí: “Este libro explora los últimos cuarenta años de la poesía peruana a partir de obras que encarnan significativos cambios, tanto en la subjetividad como en los lenguajes poéticos en curso. Es un estudio de doce poetas contemporáneos” (Luis Hernández, Abelardo Sánchez León, Jorge Pimentel, José Watanabe, Carlos López Degregori, Mario Montalbetti, Róger Santiváñez, Eduardo Chirinos, Rocío Silva Santisteban, Domingo de Ramos, Rossella Di Paolo y Lorenzo Helguero).

También en la Internet nos encontramos ya con un primer sesgado juicio de valor, “Callada poesía”: “los ensayos de este libro discurren por cauces que tienen menos que ver con la poesía que con lo que esta puede decir del poeta frente a su sociedad y su tiempo, y es aquí, fuera de lo simbólico, donde reside su mayor interés” (Abelardo Oquendo, La República, 26/10/2013)

Y otro más: “La poesía no es solo un discurso sobre el que se puedan aplicar armas teóricas pues su exceso, la emoción que textualiza, escapa a un andamiaje teórico cerrado. En este caso, sucede lo mismo. La lectura que se hace de Hernández puede ser la más polémica del libro” (Victoria Guerrero Peirano, buensalvaje). 

Es decir, los ensayos de Víctor Vich (conocido cultor de los estudios culturales, que seguro ardería si lo calificamos de crítico literario), por un lado, a decir de Oquendo,  se entretienen en la serie social y no penetran la poesía; por el otro, y según Guerrero, su agenda teórica saldría bien librada, aunque a costa de familiarizar o naturalizar –en sus complejas alteridades y temperatura emotiva– los mismos textos poéticos que analiza. Sobre todo si coincidimos en que la literatura parecería ser: “la única práctica cultural que sustenta los deseos” (Gabriela Montaldo). 

Puntualizamos que Vich aprueba el examen; su antología y la tesitura del narrador de Voces más allá de lo simbólico son las de una prueba escrita.  El vuelo (la puntual teoría que emplea y la selección de los poemas entre un canon realmente conservador) se halla asegurado.  Obvio, presenta a algunos poetas mejor que a otros.  Varias generalidades, lugares comunes la mayoría, por ejemplo sobre Jorge Pimentel o Domingo de Ramos; que asimismo constituyen, los poemas de ambos autores, como una pequeña fiesta de las correspondencias crítica; un ámbito donde el narrador se siente realmente a sus anchas.  Aunque el más “dialéctico” entre todos, y acaso también el que Vich aborda con más fervor, sea el estudio dedicado a la poesía de Lorenzo Helguero.  Aquí la trama entre el lugar (o lugares) de enunciación, la construcción del fuero interno del poeta y los poemas, lucen leves e incluso probablemente arbitrarios; pero metodológicamente resultan más convincentes y, el discurso, como más atractivo y vivo.  En cambio, en la mayoría de los otros abordajes, el lugar de enunciación tanto como el sujeto poético lucen como plataformas separadas y un tanto esquemáticas.

En este último sentido, el “dialéctico” o móvil o complejo o paradójico, cómo no apuntar, por ejemplo, que la del grupo Kloaka constituyó, en los años ochenta e incluso noventa, la poesía oficial del Perú.  Es decir, una que tuvo el apoyo de las tribunas universitarias y los medios de comunicación en Lima y provincias; llámese la institución literaria toda.  En contra de otras opciones o derroteros estéticos, no menos políticos (todo un fetiche en la mirada tozudamente holística de Vich), como por ejemplo las obras de Vladimir Herrera y Magdalena Chocano.  Aquí faltaría allanar, como de algún modo lo hace con Helguero, el origen pequeño burgués y hasta burgués de Kloaka y sus simpatizantes (con excepción de De Ramos, por supuesto); grupo oportunista y propagandístico que tuvo (¿tiene?) ahora mismo estudiosos que siguen soslayando aquella importante información y perfil social de sus miembros.  Kloaka, bastante como Hora Zero,  como un grupo que, ante todo, tomó por asalto a los ingenuos o urgidos de reconocimiento del barrio.  Un grupo radicalmente narcisista, mimético y argollero.

No existe el humor en este volumen; ni siquiera cuando se ventila la poesía de Luis Hernández Camarero.  Y nos extraña mucho que Víctor Vich no atendiera nuestros “Los poetas vivos y más vivos del Perú” o “Mirko Lauer y Mario Montalbetti/ Post – 2000”, recogidos junto a otros ensayos en nuestro Autismo comprometido: sobre poesía peruana reciente (Lima: Paracaídas editores, 2013).  Échele una mirada.

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Convite Mar con soroche nº 17 (dossier andino-amazónico)

 

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entre Samaypata, Macunaíma y Fitzcarraldo,
entre chuño, coca y guanábana,
entre shuar alias jíbaro, uruchipaya, chunchos y otorongos,
entre la triple fronte[i]ra (Iquitos, Leticia, Tabatinga) y el olímpico Atahualpa,
entre Trilce, Katatay, Cobra Norato y Recorrer esta distancia,
entre Potosí, & la guerra del caucho,
entre Cuzco y Manaos,
entre el Discurso de los khipukamayuq (1542) y De quoi rient les indiens (1974),
entre Puerto Suárez, Guayanamerín, Pasto,
entre El loco, Gomringer, Chambi, Viveiros de Castro, García Linera y Valcárcel,
entre pirañas, pororocas, carangas y chimborazos,
entre Alturas de Machu-Picchu y Questions of Travel,
entre el Boletín Titikaka, la Revista de Antropofagia y Amauta

 

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Gracias por haber acompañado a Eva al aeropuerto/ Norka Uribe

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28 de julio con Arequipa, nunca sé si es la primera o ùltima cuadra. Camino hacia el parque del Campo de Marte y me imagino escuchando:  : Boca boca ríos ríos boca ríos boca boca boca boca río río la distancia, así dice esa agua que ya no existe.

Oían que algo golpeaba desde dentro de la escultura, sucedía que tocaban desde dentro, no para entrar ni salir, no era como tocar a una puerta.

El presente, animal moviendo su cola, un gorila, unas flores-calavera en cada brazo.  En futuro, era una estrella.

Desarrollo del símbolo otro símbolo…

Se han meado en la escultura.

Escupe diciendo: Puta madres ni puta ni madre. Ebriedad color cielo, no se necesita ser tan de noche.

 Y ella ya está en su casa y ella ya está en Amberes, ha vuelto pero hay una escultura que sigue tocando desde dentro.

 Y abro mi Facebook y leo a Pablo que me dice: Gracias por haber acompañado a Eva al aeropuerto. Ese alguien, podría haber sido él, quizás no, nunca tampoco quien tocaba dentro de la escultura.

 

 

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