“Lima no tiene alma, en algunas cosas, las casas y el Palacio de Rospigliosi son pura “quincha”. Aquí [en el Cuzco] es diferente, hay fortaleza.
En Lima tenemos muchos crepúsculos, uno de ellos soy yo.
Quiero seguir sufriendo y amando al Perú, yo solo, sin compañía de nadie.
-¿Trabajaste alguna vez?
-Bueno… como si lo hubiera hecho, porque cobraba sueldo.
El estilo es una de las formas de la edad.
¿A qué poetas clásicos peruanos admira usted?
Miramontes, Eguren y Vallejo, pronunció sin vacilar.
-¿Le angustia la idea de la muerte…?
-No… pero cuando muera no quisiera estar presente
-¿Por qué dice que su vida ha sido un constante error?
-Lo ha sido en el sentido real, en el sentido social. Pertenezco a una antigua familia de Lima y debería ser ahora, por lo menos, un vocal de la Corte Superior. ¿Y qué?: estoy de ex bohemio, ni siquiera de bohemio.
-¿Por qué adoptó usted el seudónimo de Martín Adán?
-No sea huachafo”
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