Esta breve antología personal básicamente son como dos libros en uno. Poemas escritos hace algo más de una década; y poemas recientes, de los últimos dos o tres años. Los del primer grupo son eróticos, logrados; de una escritura develadora, incluso insólita, aunque –paradójicamente– al servicio de una sensibilidad bien modulada: sin picos, sin exhibicionismos, sin alharacas… como si de modo casual, espontáneo, se hubiera sabido sortear el epíteto. El sujeto poético, asimismo, es aquí persuasivo; empático en su zozobra; sutil en su humor.
En cambio el otro libro virtual, los poemas más recientes y donde prepondera la elegía, es más retórico y regodeado de explicaciones parásitas. El sujeto poético se ha tornado políticamente correcto. Y por ende su discurso, a través de los numerosos epígrafes o dedicatorias que anteceden a sus versos, pareciera tener la mira puesta o querer justificarse dentro de lo institucional. Obvio, preferimos y demandamos al Zapata de antes… si acaso esto fuera posible. Más erotismo, mayor testimonio de su crujiente aparición es bienvenida; sobre todo hoy en día en que, más bien, el panorama asexuado –descomprometido incluso con esta dimensión de la celebración de la vida–parecería ser el dominante. Sepa, esté seguro el poeta, que ni Genaro Talens ni José Ángel Valente –entre la constelación purista o paceana que afea ciertas aristas de Jardín de arena— jamás podrían habernos dado poemas como los siguentes:
EL CRÁTER
Humo,
ceniza,
lava,
fango
como un volcán activo el sexo de una mujer arroja
materias ardientes que estremecen la tierra.
Pero, ¿qué se abre allí, en su cráter, cuando al fin estalla?
¿una herida?
¿un grito?
¿un túnel?
¿otra boca?
Iberia Square, agosto, 1999.
NUPCIAL
Es nuestra noche de bodas, recuérdalo bien.
Tu calzón ha rodado y ha estallado en pelusas,
como un trofeo dócil,
como una presa herida.
.
Hay un extraño peso en las prendas cuando caen,
cuando ceden,
son plumas de plomo en manos del deseo,
figuras de paja.
Sobre tu vientre tiembla el chorro ambarino
de la lámpara.
Son las dos de la mañana y siento el apremio,
el impostergable ataque de locura.
No vamos a hacer el amor, te digo,
vamos a matarnos.
Iberia Square, agosto, 1999.
»Leer más