A Elena, i.m.
Penachos de hojas, lirios, lágrimas
de las aves más fugaces
para mi hermanita Elena
que ya se muere
Que se muere
en su fotografía y en su cuerpo
de ave
y en su sonrisa encantada
y en el pudor de su mirada
Sabia niña la de entonces
y la de ahora en su lecho
Que se muere del todo.
Pero menos en su gracia
ni tampoco en su pureza
Gracia y pureza
que no son de este mundo.
Como no lo es la poesía
¿A quién llamar cuándo estemos lejos?
¿A quién decirle las cosas
únicamente con la mirada?
Y nos vamos tragando ya
las palabras.
Y nos vamos orientando
a ojos cerrados
y a oídos cerrados.
Y a corazón abierto.
Sabia niña la de entonces
Y la de ahora en su lecho.
(Hoy era cumpleaños)