Entrevista a “Edgar Artaud Jarry” por su libro Golpeándome la cabeza / Raúl Silva

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CUERNAVACA. La belleza de una mujer fue el primer deslumbramiento que le reveló la poesía a Edgar Altamirano Carmona. Desde muy joven ha frecuentado talleres literarios, como el que impartía el poeta Juan Bañuelos en Ciudad Universitaria a mediados de la década de los setentas. Allí, y en el taller del poeta Alejandro Aura de Casa de Lago, conoció a los infrarrealistas y se hizo parte de ese movimiento telúrico.
Aunque ha escrito cientos de poemas (como lo pueden comprobar en www.ealtamir.blogspot.com) y su obra ha sido incluida en varias antologías, Golpeándome la cabeza es su primer libro y lo publica La Cartonera de Cuernavaca. Para este arriesgado acto que es la publicación de un libro, y fiel a su gusto por las máscaras, el poeta se ha enmascarado con un nombre lleno de reminiscencias literarias: Edgar Artaud Jarry. Este viernes 12 será la presentación, y lo acompañarán sus amigos infrarrealistas: José Peguero, Pedro Damián y Oscar Altamirano. Sucederá en la librería La rana de La Casona Spencer a las 19 horas. Como un preámbulo a ese momento, Edgar Altamirano nos habla de los andamios de su vida y su poesía en la siguiente entrevista:
–Edgar, ¿dónde buscas, dónde encuentras la poesía?
–No la busco, me sale al paso.
–El sentido del humor es un asunto vital en tu poesía. ¿Con qué tanta conciencia o inconsciencia asumes esto?
–La poesía puede ser divertida. No entiendo cómo los demás son tan aburridos. Además parecen enfrascados en hilar metáforas. Esto ya lo hacen las computadoras. Otros se entretienen en las historias de closet, asoman una pierna, un poco de intimidad, y así. El humor y saber contar y sugerir es vital para mis poemas.
–¿Quiénes son tus maestros en cuanto al humor?
–Edgar Artaud Jarry y Edgar Altamirano Carmona. En serio.
–Con respecto al título de tu libro, Golpeándome la cabeza. ¿Qué te llevó a elegirlo? ¿Cómo surgen los títulos (éste y los inéditos), así como de tus poemas?
–Siempre comienzo bien. Me cuesta trabajo concluir un poema. Alguien me dijo que debería escribir un libro de solo títulos. Títulos de libros y títulos de poemas. Se me da por naturaleza. También los inicios. Quizás debería escribir otro libro con puros inicios de poemas. El título es una derivación de un poema que significa mucho para mí. Pero pudo llamarse “Camión de pies”, por ejemplo.
–¿Por qué firmas este libro como Edgar Artaud Jarry?

–¿Y por qué no? Fue circunstancial. ¿Quiénes fueron tus padres? ¿Elegiste los nombres de tus padres? Entré a los mundos virtuales y vi el apellido Artaud, dije: ése. Luego necesitaba un tercer apellido. Mis amigos, los poetas Mario Santiago, José Peguero y Pedro Damián, me comparaban con Jarry, como un aprendiz de Jarry. Leí a Jarry y me gustó. ¿Por qué no?
–¿Qué tiene que ver el infrarrealismo con este libro, y con tu poesía en pleno?
–Con este libro, muy poco. Mi poesía no tiene conexión. Es independiente. No sigo a nadie. Me afirmé como poeta en el infrarrealismo aunque no aparezca en las publicaciones que hicieron. Viví el movimiento infrarrealista por dentro. Me basta saberlo. Con este libro les digo “no soy tan malo como algunos creían”. Los infras duros saben que no soy malo. Mi poesía es un caso aparte en la literatura. No me asumo como lo que no soy. Simplemente creo que soy independiente. Viví el infrarrealismo por dentro. Nací poeta. Moriré poeta.
–En tu poesía hay una constante: contar historias cotidianas llevándolas a una dimensión insólita. Hay algo o mucho de provocación. ¿Qué le quieres decir a los lectores con esto?
–Me gusta contar historias. Fantásticas o reales o una mezcla de ambos. Tuerzo la realidad para buscar un efecto. No soy el primero que lo hace, ni tampoco el último. Sugiero más que afirmo. El lector tendrá su propia historia. Busco el poema perfecto. No me voy a morir esperando a escribirlo. Ya lo tengo. El lector sabe cuál es o qué tan cerca estoy. Para mí, un poema es un diamante en bruto. Se pule con técnica y esfuerzo. Prefiero esto a escribir torrentes de palabras, no niego su validez, pero me alineo de este lado.
–También hay otra constante: los momentos biográficos de personajes. ¿Qué te atrae de esto?
–La muerte.
–¿Y el suicidio? ¿Es una metáfora o una invocación a la acción?
–Soy un suicida permanente. Ignoro si moriré antes de invocar la acción. Vivo el suicidio día con día. Vivo la muerte de todos. Todos ustedes, mis contemporáneos, son efímeros. Todos ustedes y yo estaremos muertos dentro de pocos años, pudriéndonos en tumbas o desaparecidos. Estoy consciente de este hecho, plenamente consciente. Veo a todos y veo cadáveres, estaremos muertos en la calle, en el metro, en el trabajo, las multitudes es algo que me impacta.
–¿Cuales son los poetas a los que con frecuencia acudes?
–Es el azar. Tengo una gran colección de libros y poemas. Cada día tomo algo y leo. Estoy pendiente de lo nuevo y de lo viejo. Me releo. Leo, luego escribo. Cesare Pavese es un poeta representativo al que retorno, pero soy un lector voraz y desordenado, si quieres ser poeta, conforma tu vida en torno a ello, parece que fue Rilke quien dijo esto. Mario Santiago dijo que intentaría ser quien más leyera poesía. Ahora es imposible. Con el internet te pierdes, publicaciones por todas partes, basura y poemas medianos, leer de todo puede perjudicar tu creatividad. Roberto Bolaño dijo alguna vez que leer a Vallejo es peligroso, por su influencia. Es como Led Zeppelin, una banda que generó muchos imitadores mediocres que desprestigiaron el género.
–¿Cómo fue tu formación poética?
–Individual. Yo era un provinciano ingenuo y los libros que leían Mario Santiago y sus amigos me abrieron a un mundo de creatividad poética. Comencé a formarme solo con mis propias lecturas y mi propia soledad. A pesar de convivir con el infrarrealismo, siempre fui un solitario. Hablaba poco.
–¿Qué te decía Mario Santiago de tus poemas?
–Que son muy chingones, ¿qué más podría decir?
–¿En qué forma te han nutrido tus asistencias a talleres literarios? ¿En cuántos has estado?
–Empecé talleres con maricones: Juan Bañuelos y Alejandro Aura. Luego con misóginos infrarrealistas en la calle y en las azoteas y los cuartos, finalmente encontré lo mejor: chicas guapas. Entre ellas recuerdo a Silvia Pardo, en la Universidad de Guerrero. Si tienes chicas guapas hablándote de poesía y leyendo poemas, ¿qué más podría pedir?
–¿Y tu relación con los jóvenes poetas cómo la vives, que te dan?
–Los jóvenes renuevan la poesía. Alimentan mi poesía. Tienen mucha energía y son a veces imprudentes. Con el tiempo vendrá la madurez. Hacen cosas que me gustan y cosas que no. Pero están en su derecho y yo en el mío.
–¿Y las andanzas por las calles de México en los tiempos más infras?
–Todo tiempo pasado es todo tiempo presente. Lo que no me gustaba de varios infrarrealistas es la búsqueda por publicar, no lo entendía y no lo entiendo. Este libro mío es un accidente. Ignoro si publicaré otro. Es el primero.
–¿Por qué?
–Porque escribo en internet. Vivo en los mundos virtuales de internet. Soy un adicto. Entro para estar solo y escuchar música a mil metros virtuales de altura. O no escuchar nada. Bailar con una chica. Estar juntos sin decir nada. Mirar lo que acontece en las redes de internet. Vivo allí. Publico allí. Escribo allí. A la vista de todos. De mi blog tomé todos estos poemas, los revisé, busqué asesoría del poeta peruano Pedro Granados para conformar este libro. Así quedó, como ustedes lo leerán, si así lo disponen.
–Hay dos palabras que te entusiasman sobremanera: poesía salvaje. ¿Qué tan salvaje?
–Lo de salvaje es un accidente. Me trajo popularidad. Me divierto escribiendo. Es muy divertido. La muerte, el absurdo, el humor, el amor, lo romántico, el dolor, todo se mezcla. Escribir es muy divertido, ¿por qué tiene que ser aburrido? Cuando Pedro Granados me dijo “ahora conforma tu libro”, comencé a sufrir. Cuatro meses leyendo y corrigiendo y seleccionando todos los días, con un diccionario al lado, un libro de sinónimos, bebiendo café, revisando. Me di cuenta lo difícil que es publicar, los lectores no se merecen mis descuidos. Pizarnik pegaba sus poemas en las paredes, yo los puse encima del piso, de la cama, de las mesas, conformar este libro me hizo sufrir y no estoy satisfecho, estoy harto. Algún día volveré con los poemas y quitaré o cambiaré cosas, volveré desde la tumba.

La Jornada de Morelos, Viernes, 12 de Junio

Puntuación: 4.57 / Votos: 7

Comentarios

  1. Juan Carlos Ramiro Quiroga. escribió:

    Hurra estimado Pedro Granados. Dos años en línea vale la pena como todo lo que haces en tu blog. Hurra amigo mío. Desde Bolivia.

  2. granadospj Autor escribió:

    Muchas gracias, hermano JuanK!

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