Hay que festejar este día, el ascenso de un humilde maestro del campo
al palacio del gobierno, para convertirse en jefe de Peru, hijo moderno
del imperio Inca, de la conquista, de la minería y su riqueza, de la costa,
la sierra, y la jungla, de las culturas tan viejas que no se pueden descifrar
sus símbolos todavía, animales y estrellas y humanos dibujados en la arena,
además de sus cientos de variedades de papa. Ya sabemos el cuento
pero nunca en la vida política ha sucedido esto, un hombre de una casa
de adobe, recto y sin ninguna inversión en el extranjero. El país tiene
una oportunidad ahora, como nunca la tuvo antes, de construir
el camino de nuevo y de llegar todos al arco, con sus papas,
sus cuyes y sus vicuñas, y sus hijos dribleando, y las abuelas
con sus faldas tan amplias que se puede esconder allí toda una comunidad,
una manera de vivir, una cultura dentro de sus pliegues. Bienvenido
Pedro. Y si en ti puede ser que se establezca una nueva iglesia,
una nueva celebración de la dependencia del hombre con Dios,
a los elementos, a los demás seres vivos en este planeta que han perdido
su hilo, calentado a tal punto que no nos queda otro camino que forzar
un nuevo contrato, y tratar de igualar la cancha de juego para siempre.
Indran Amirthanayagam, dr) 28 de julio, 2021
Ay, lo siento, dije “artículo” en Facebook. Muy lindo, el poema, colega. Enhorabuena.