Una persona entrañable me procuró uno de sus clásicos poemarios, viene a mi cabeza “poesía en forma de pájaro: Azul/ brillante/ el Ojo el/ pico anaranjado/ el cuello/ el cuello/ el cuello… luego de muchos años de espera, conocería virtualmente al querido poeta; un enlace realizado por la fundación telefónica, permitió a otros muchos, que seguro le querían, saludarlo y oírlo en pantalla gigante; verlo aparecer con una máscara arrancada de una noche estrellada…sentir que divisar el universo y la pequeña luna que alumbra los unía. La cara dulce de Jorge, con sus finos bigotes, el surco de su rostro y sus manos hablando por él en algunos momentos cuando sus labios escuchaban las preguntas, los recuerdo como apuntes fallidos y extraviados. Ese ser mágico e irreal había roto la distancia del mundo con Lima. Terminado el encuentro, regresamos al arrullo de los coches y el cielo nublado, pero queriendo un poco más a Jorge Eduardo. Salimos, tomamos un café, dejamos una silla para él y retornamos a casa, ojeamos sus libros con delicado afecto, con apego, como nunca antes habíamos sentido por poeta alguno.
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