Percibimos que nos han visitado tres tipos de lectores. Aquellos llegados aquí por casualidad o destino. Otros, los que de modo más o menos frecuente acuden o por específica información o por puesta al día sobre ciertos asuntos; entre estos últimos, el estado de nuestros “debates” con el canon overseas. Y, por último, aquellos –por ahora no muchos– que asimismo nos frecuentan y consideran que una de las tareas más importantes, sino la más importante, de la literatura peruana y de la región constituye la urgente atención a nuestra obra. Entre otros motivos, porque esta última conjura varios lugares comunes o de inercia respecto a la poesía y crítica que se ha venido practicando, por lo menos, desde mediados del siglo pasado; en particular en el área andina. Que, desde la academia, sólo se lee, estudia y traduce lo políticamente correcto y lo que está de moda; en cambio, Granados y su heterodoxia se han colado por la puerta lateral de aquella tan cómoda agenda. Por ejemplo, tienen allí su Prepucio carmesí (2000); primera novela del siglo XXI –escrita por un migrante peruano– trasandina, archipiélica o multinaturalista (Eduardo Viveiros de Castro). Sin melancolías ni con el espíritu –típico o, peor todavía, profesional– de un sujeto andino damnificado. Post-exótica y post-indigenista (Indigenismos 1 y 2); y que apuesta, más bien, por la complejidad desde el origen, por la opacidad. Para no referirnos a su poesía, un tanto más conocida, a pesar de los orquestados y ya para nada solapados cabes a su camino; o a las tachaduras a su nombre en casi todas las antologías e, incluso, recientemente en cierto directorio académico. Para no hablar de su vallejismo crítico –de nuevos temas y renovada metodología– el cual, poco a poco aunque de manera inexorable, se expande también como “mantillo líquido” (Trilce I) por el mundo.
Muchas gracias, por vez enésima, al aglutinado de nuestros variopintos visitantes. A cada uno un abrazo en el talante de sus buenas o malas intenciones y de su cercanía. Tempus breve est!
Y porque una sola golondrina sí hace un verano.
We perceive that three types of readers have visited us. Those who arrived here by chance or destiny. Others, those who more or less frequently attend or for specific information or for updating on certain matters; among the latter, the state of our “debates” with the overseas canon. And, finally, those – for now not many – who also frequent us and consider that one of the most important tasks, if not the most important, of Peruvian and regional literature constitutes the urgent attention to our work. Among other reasons, because the latter conjures up various commonplaces or inertia regarding poetry and criticism that has been practiced, at least, since the middle of the last century; particularly in the Andean area. That, from the academy, only what is politically correct and what is fashionable is read, studied, and translated; Instead, Granados and his heterodoxy have slipped through the side door of that very comfortable agenda. For example, they have there their Prepucio carmesí (2000); the first novel of the XXI century -written by a Peruvian migrant- trans-Andean, archipelic or multinaturalist (Eduardo Viveiros de Castro). Without melancholy or with the spirit – typical or, worse still, professional – of a damaged Andean subject. Post-exotic and post-indigenist (Indigenismos 1 and 2); and that it bets, rather, on the complexity from the beginning, on opacity. In order not to refer to his poetry, somewhat better known, despite the orchestrations and no longer overlapping at all, you can stand his way; or to the deletions to his name in almost all anthologies and even recently in an academic directory. Not to mention his critical vallejismo – of new themes and renewed methodology – which, little by little but inexorably, also spreads as “liquid mulch” (Trilce I) throughout the world.
Thank you very much, for the umpteenth time, to the gathering of our diverse visitors. A hug to each one in the spirit of their good or bad intentions and their closeness. Tempus breve est!
And because a single swallow does a summer.
Otro gran problema, respecto a la crítica basada en interpretaciones fáciles “politicamente correctas” de la moda actual y de siempre, es que queda muy lejos de darse cuenta de que lo que importa es lo que Néstor Perlongher llamó, en su Prólogo al “Mar Paraguayo” (Wilson Bueno, 1992), escrito en “portunhol selvagem malhado de guarani” (o sea, escrito en taracea plurilingue), de “médula palpitante del lenguaje”, ese lugar donde las voces de los desafortunados y perseguidos actúan en enjambres lúdicos, eróticos y rítmicos los cuales los poderes establecidos no pueden alcanzar. Ese es el multilugar de este blog, de Trilce/Vallejo y de Granados con su “Prepucio Carmesí”.
Muchas gracias, Amálio, por tu participación. Efectivamente, el que se atiene a los temas, el que comienza por aquí, está perdido en la literatura. Como los que van a buscar mitos amerindios, en novelas o poemas, con su catálogo y su catalejo; ciertamente, o no los encontraran tal cuales o les pasarán por las narices sin percatarse de ello. Y perdido, no menos, para las Humanidades: “Quien empieza por instalarse en las pretendidas evidencias del yo ya no sale de allí, decía Lévi-Strauss; yo individual o psicológico (Descartes) o yo sociológico (Sartre). Se echa en falta traer aquí la simetría o lo posantropocéntrico; tal como el autor de El Pensamiento salvaje (1962), asimismo nos lo resume: “creemos que el fin último de las ciencias humanas no es constituir al hombre, sino disolverlo”. La seguimos.