ut sculptura poesis
El poema respira por sus manos
que no toman las cosas: las respiran
como pulmones de palabras
como carne verbal ronca de mundo
Roberto Juarroz
Quiero persuadirme de esta opacidad,
la que abrazo como a un animal inocente.
Quiero persuadirme del gozne
que albergo en mi costado,
quejido del párpado piedra,
cerrado para siempre.
Esculpida en el temblor sin fondo, comprendo:
mi mármol es y no es su borde,
es todo él su cantera, es mi mueca erguida en la oscuridad,
es la mano en equilibrio sobre mis labios arqueados y secos;
mi mármol es la corriente de posibilidad sitiada detrás de una
oreja de piedra
que oye y ve hacia adentro el brillo tibio de esta materia.
Bifurcación de la mirada frente a la hora dormida,
la de los linderos afirmados,
la de los linderos por venir,
vibrantes en un concierto en movimiento
en el extremo de mi gesto suspendido
el de la pregunta multiplicada en la duración
mis ojos piedra cerrados son la cantera y su herida transversal.
En: Insomnio vocal (2016)
matriz
cayó una gota de agua sobre el suelo
reconocimos el camino
el retorno
frag-men-tos
unotrasotrocon el mismo eco
formamos entonces la fuente fracturada
que avanzaba somnolienta con su vientre a cuestas
y aún allí
antes del gran salto
el rastro ahuecado y negro
De Gravitaciones (2013, 2017)
Joven y talentosa poeta de ascendencia andina. El ejercicio de la lectura y la meditación, acaso precoces, le han posibilitado pensar desde el poema e ir hallando la escritura. Nunca, usar la escritura para escribir poemas “filosóficos” o, al menos en estos notables versos, defender de antemano alguna causa por más apremiante que sea (género, discriminación, patriarcado…). Si incurrimos en algo de esto último obligaríamos al lector a que firme un contrato donde él es el ignorante y el escritor –por más falsa modestia de que se valga– será el sabihondo. Un pacto nefasto por, en última instancia, intolerante y fascista hasta la médula. Un poema de tesis o uno del cual, en tanto escritores, ya nos sabemos la moraleja. La suya constituye una vuelta de tuerca de la que ya ensayaron y continúan ensayando otras poetas peruanas con consistente voluntad de estilo y, no por eso, menor “delicadeza”; tales como Gloria Mendoza Borda, Isabel Sabogal, Rocío Castro Morgado o Magdalena Chocano. Todas ellas, a su modo, y en sus poemas más logrados, post-feministas o queriendo pensar y escribir con autonomía de grupos y clichés. Que Blanca Varela, al menos la que por costumbre nos muestra la crítica, ni María Emilia Cornejo constituyen los únicos ejemplos a seguir. Poemas más logrados porque son los que cuentan y donde mujeres y hombres y animales (cuando se los leemos bajito) podemos coincidir y mutuamente reconocernos… celebrarnos.