Exactamente el 1 de febrero de 2010, bajo el lema de arriba y para ilustrar nuestro texto, no se nos ocurrió mejor imagen que echar mano de esta foto. El poeta, por antonomasia, más vivo del Perú; aquél que –sabedor de la muy poca monta y de lo mal pagá de la literatura o, peor, de la poesía entre nosotros– logró asir de veras y con los brazos bien abiertos el poder. Fantasma o deseo solapado o fetiche de todos los poetas más vivos; de los que jamás han entendido ni, en realidad, tampoco les interesa entender porque les importa un comino –salvo por los versos de circunstancias– la poesía. Pero su megalomanía y narcisismo, extremos, pertenecen al coto poético; qué duda cabe. Al ámbito acaso de alguna poesía, pero nunca de la historia; ésta última se halla reservada y se reparte, siempre, entre los poetas vivos.