Ars poética: siempre el mar
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi el mar. Quiero decir, no sabía que esa masa plana que se extendía hasta el horizonte y que se movía como un animal inmenso, en cuyo lomo pastaban las ovejitas de las olas, era el famoso mar. Poco después descubrí sus adyacencias: los animales marinos reales e imaginarios: peces, caracoles, endriagos, marineros y bañistas.
Más tarde descubrí que la poesía era otro mar, aún más profundo.
Me acerqué a la poesía leyendo a los autores del Siglo de Oro (o de los siglos de oro, puesto que puede decirse que fueron varios). Luego descubrí una poesía de comunicación inmediata, sin efectismos, en la obra del uruguayo Líber Falco.
En la adolescencia estuvo siempre Lautreamont (L’autre a` Montevideo, el otro en Montevideo). Isidore Ducasse fue un abuelo literario, una sombra tutelar y un desafío: ¿qué era aquello? ¿poesía? ¿así que era posible hacer poesía de ese modo? Lautreamont fue liberador, pero fue también un enorme compromiso, con la irracionalidad humana pero a la vez con la lucidez y racionalidad para convertirla en producto estético, para “sublimarla”.
Vallejo es otra referencia ineludible. Cuando ya parecía que no se podía mucho más, Vallejo demostró que el más allá es móvil, que puede trazarse de nuevo siempre.
Ese horizonte, móvil como todo horizonte, es la única preceptiva posible.
https://sites.google.com/site/omnibusn51/antologia/rafael-courtoisie
Reseña de Estado sólido en El Comercio (Perú), 18/10/96
http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/2007/09/04/estado-solido-de-rafael-courtoisie/