Médar Serrata*, “Literatura, discurso y performance: Cambios de paradigma en la crítica contemporánea”. En: Masa Crítica. Memorias del Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en República Dominicana. (Santo Domingo, R.D.: Editora Nacional, 2013)
En el conjunto de estos ensayos, incluidos aquellos donde no constan sus fuentes bibliográficas –la mayoría–, el texto de Médar Serrata se distingue por su meridiana idoneidad para intentar despertar a la crítica dominicana de su marasmo; aparte de estar bien documentado y claramente expuesto. Lo hemos dicho –desde el 2001– en varias otras oportunidades, la crítica dominicana –predominante hasta hoy en día– se ubica entre el positivismo y la estilística; jamás penetró allí siquiera el estructuralismo más allá de constituir un referente y algunas citas de ocasión para comentarios alambicados. Es decir, en la República Dominicana el estructuralismo no se puso creativamente en práctica –más allá del galimatías– que es el único modo en el que se justifica la existencia de una escuela, teoría o metodología literarias importadas. Debajo de los comentadores de textos dominicanos se deja ver todavía la sotana de un escolástico y de un añejo hispanista. Y todo esto es así –ya se sabe de sobra– por el peso de la historia local: colonial, dictatorial y clasista; y el modo secular de su educación: autoritario y memorístico.
Artículos como el de Médar Serrata –cristalino en aquello de mostrar el arco que describen las teorías literarias que van desde la “literariedad”, pasan por Michel Foucault, y llegan hasta el “performance” de Judith Butler– rebasan el de su pertinencia en un Congreso de especialistas para, ojalá, propiciar la renovación teórica no sólo de los profesores universitarios de literatura de la media isla, sino también la de sus “creadores” (poetas, narradores, dramaturgos, talleristas, animadores culturales). No se trata, obvio, de hacer de nuestros poemas entes para-literarios ni, mucho menos, atentar contra nuestra espontaneidad. Se trata de no seguir cargando más la paciencia con lirismos trasnochados o con versos efectistas propios de un publicista en sub-empleo; ni, tampoco, tener que escribir necesariamente en inglés (Junot Díaz) o pensar en inglés (Rita Indiana). La teoría de la que hablamos no es un “tema” literario; y sí, más bien, puede ser aquello que por fin deja hablar al lenguaje y nos hace trascender el narcicismo o alguna otra solapada voz en la cual ya nadie cree. Sin renovada teoría no se va a avanzar un ápice en la creación; o va a ser dinero tirado por el Estado en iniciativas como, por ejemplo, SINACREA y los mismos concursos literarios. Obvio, tampoco habrá renovación alguna sin una mayor profesionalización del escritor dominicano; aquello de encontrar su fuente de ingresos en otra cosa que no sea ser funcionario público. Pero este es un tema muy vasto y más complejo y que trataremos en otra oportunidad; aunque, asimismo, no deje de estar vinculado con aquellas teorías literarias de marras.