No tenemos duda que César Vallejo incorporó el mito, jamás contrapuesto a lo político, en su propio proceso intelectual y artístico. Escépticos o desilusionados; o fervorosos y comprometidos por la pertinencia de este tipo de estudio: Rowe, Usandizaga o, de modo evidente, Alan Smith. Lo cierto es que mientras más militantes en lo “trasatlántico” seamos –sintonizados de modo simultáneo a ambas o más orillas de la academia– , más estamos obligados no sólo a leer, sino, pareciera más bien en este caso, a un convivir performático con César Vallejo.
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