(Al poeta Pedro Granados y los años pasándola en Boston)
Por azares del destino –claro-
para no culpar a la mala suerte –pobrecita-
al mal clima
a una familia sin talento para la política
ni los cojones para los sembradíos ilegales
o peor aún: la maldición de Tepoztécatl
caí en las fauces del Imperio
Qué digo
me arrastré yo solo hasta ahí
para ser más claro
por necesidad -esto sí es neto e irrefutable-
pecho tierra como había visto en las películas
Me coloqué primero en uno de sus bigotes
Es un canino grande -un mastín of course-
blanco de gran panza y músculos muy fuertes
que ataca y arrebata
pero que la mayoría del tiempo
se la pasa nomás mirando sus dominios
Para ser sinceros es medio ciego
aunque goloso eso ni negarlo
pero mientras uno se la lleve callado
medio quieto y alerta / no pasa nada
Llevo varios años aquí
en las fauces
me alimento de lo que queda entre sus colmillos
de lo que no alcanza a devorar
de lo que se le escapa de sus mandíbulas cuando lanza tarascadas
o de lo que salta en su barbarie y logro tomar al aire
las migajas pues es el nombre real
de las cosas pequeñas que recojo a dos manos
Soporto su mal aliento / sus uñas cuando se rasca
y esquivo su lengua cuando la usa para lamerse
o sus meados cuando se baña
qué otra / la bestia es bestia
y es poderosa / demasiado quizá para un solo hombre
Aunque aquí entre nos y a pesar de su aspecto
aterrador y sus ladridos profundos de animal enloquecido
ya no me espanta
no estoy diciendo que lo domé / para nada
dado que sé muy bien / quizá demasiado
que en cualquier instante puedo ser su bocadillo / o parte de su postre
aquí estoy alerta / ni lo provoco
ni me meto con él / ni con lo que hace o pelea / o piensa que le corresponde
y cuando decide que algo le pertenece pues me escondo
me hago más pequeñito lo más posible invisible pues
A decir verdad: soy un experto sobrevivo
la ley del mas débil… quizá el destino… ¿qué no?
pura zoología será sin duda
otra forma de llevarla.
Entre paréntesis (el diminutivo), de Alberto Roblest,
primera edición, Ciudad de México, marzo, 2012.
Portada de Luis San Carlos. 1000 ejemplares.
Hermoso poema de verdad, especialmente para quienes vivimos entre los USA y Mexico.