Empezar con los huesos de Kanashiro, como estructura soldada por distintas
mentes, queriendo hacer poesía, armando literatura. Es una idea que necesita
de la sustancia de la gente. La piel de Kanashiro se colorea con los muchos
poemas de sus reales seguidores, guerreros de su mentes que batallan por la
vida de su historia, por el tecleado de la gente.
El medio, el arma, Internet, virtual espacio de llegada a las pupilas
dilatadas de madrugada, por trasnochar entre letras, sumidos en grafías.
¿Acaso no sería el trasfondo de su materia?
La necesidad de Kanashiro como espacio de expresión no es salvarlo a él del
olvido, sino caer en nosotros mismos y buscar la estrucutra interna de nuestra
voz. Sus guerreros son individualidades libres, prisioneros de su tiempo. El
adversario es una tropa extensa y creciente de autómatas destinados a cumplir
con el cemento, con el diario despertar de sus acciones.
En la poesía de Tobi se intenta despegar de lo ordinario, colmar la
cabeza de sentimientos e ideas espontáneas, condensarlas en el ser de
Kanashiro; en su vientre, entre la raleza de la barba, en la palma de sus
manos, para darle forma, historia y poemarios. Y todo esto a travez de la
pantalla lumínica de nuestro tiempo.
Paulatinamente sus cadenas se rompen dentro de este espacio y empieza a
ponerse de pie y a andar. Camina en un vaivén ebrio por el jaloneo de sus
voces, siendo el camino el surco de sus acciones. Nosotros damos a
Tobi mucho de lo nuestro. Nuestras acciones son las que determinan el camino
del poeta.
Mediante Internet se logra algo sin precedentes para la figura de Kanashiro:
sobrevivir en la red, tener historia y batallas. Pues ya con vida, Internet es
la esencia de Kanashiro, su naturaleza electrónica y de circuitos, de enlaces
y textos. Nosotros volvemos al medio, ahora somos incisivos y cargados de
poemas. Sin Internet no habría Kanashiro, la posibilidad de lo simultáneo, de
lo virtual, del diálogo entre las ideas, hay un valor intrínseco en la figura
del poeta con su medio. Uno necesita de la otra para crear la multiplicidad de
poemas, de expresiones, que terminan en los ojos de Kanashiro, porque al poeta
poco lo escuchamos, él mantiene su posición de escucharnos, es un ser
expansivo.
Aún no hay nada de mí en Kanashiro pero me es inevitable pelearme con él por
el simple hecho de que no existe. Y mantener el pacto del guerrero con la mente.
*Miguel Baca Olcese. Actual estudiante de la Facultad de Arte de la PUC del Perú.