Ají panca y neuronas

A proósito de la charla brindada por John Beverley, “La perspectiva de los estudios culturales, subalternos y post-coloniales”, el pasado martes 27 de abril, en la Sala de Grados Ciencias Sociales de la PUCP.

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A tanto el sabor. A tanto, con su base de mantequilla, la incomunicación o la locura. Señor, así pues… ja ja ja… después traemos… cuándo… Ipaes bajan!… y a ver si me sorprendes… sorpréndeme, carajo! De ti y tú, una mierda que seas un subalterno, un gran pendejo serás, es lo que me dice tu cara de ignoro y desconozco… Pero qué duro, qué dureza, esta bola circulante y pegajosa a la que todo se adhiere… sesenta cayeron al barranco de aguas cristalinas… ahora turbias y como pestilentes… pero incaicas todas, de patente y marca inmemorial. Sí, pe. Sí, si me pescas, huevón. Si me achoras lo suficiente para decirte que esta vida es mía… horas, trabajo o descanso… y los carritos, las chapitas, las cajitas multicolores de sorpresas…y me llegas al pincho… Así es, señor. Cinco más cinco son cinco, así es oiga séño, porque aquella moneda es bamba, falsa… si no mire su color revelador… ya… su sonido adulterado sobre este trozo de planeta que a diario sorteo con mi patín de madera… de lado y en una llanta… tanto como el de este taxista, rostros ubérrimos, esta arca de sobrevivientes que te pulsean el bolsillo… que repiten tus palabras, que se imponen a tus palabras… que a la mínima solicitud de rebaja te dicen que ellos “sólo llevan gente”… y salen volando y te dejan estampadas sus caras sobre tu completo rostro… para que no los olvides aunque sea por los cinco minutos siguientes donde otro taxista te da la razón y que cómo considerarte a ti una bestia si aquél no te conoce lo suficiente… y tú que apartas tu rostro una otra vez… mejor mirar el cielo, igual de inescrutable, sobre este pantano cotidiano de molestias. Lima, lugar donde moriré por más que me entierren en Suecia o en la República Dominicana… por ninguna nostalgia, sino porque así simple y sencillamente ha de ser. Semejante a lo sencillo, y no menos liberador, que puede ser reírse junto con el taxista . Sorteando baches, viejos y nuevos, que a la hondura nos precipitan y casi ya nos ocultan… Porque en la broma vamos sin neumáticos y cuenta, nada o muy poco, cuál haya sido el destino o nuestro paradero.

De la extra-ordinaria novela breve, aún inédita y en busca de avispado editor, Una ola rompe. La cual continúa la saga empezada con Prepucio carmesí

Puntuación: 5 / Votos: 9

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