CONSTELACIÓN/ Gabriel Espinoza Suárez (Callao, 1971)

cortesía G.E.S

I

Abre los ojos

Río arriba flota una sonrisa
Y en el aire los peces
Sigilosos descuelgan la boca del anzuelo

Oh niño
Abre los ojos

El universo desciende en cascada
Como una raza de moscas

Bebamos el suero lento de esta tarde
Mientras oscurece el oro rojo
Y los cuerpos interrogan el paisaje
Como una ciencia

Tibio es el aire y grande la nostalgia

II

He vuelto a rezar con los ojos abiertos
He visto a un niño
Manchado de luz
Amarrando el sol a su estaca

Me dijo:
Desordena tu rebaño
Déjalo rumiar las ondulaciones del pasto

III

Creo en dios
Creo en el sol
Creo en la sombra
Creo en la nariz
Creo en mi lengua
Creo en la desaparición de la boca

Un racimo semejante
Bermellón
Preserva las moscas

IV

De la boca sale un río que adelgaza la boca:
El aire es
La infancia
La oscura voz
Respira el oído
La sed con nuevos brotes la boca
Mirando al cielo del paladar
Oh árboles
El horizonte es más dulce que un secreto en los labios
Oh
Mezcla ondulante
Lengua con brillo de cacto
Abre y cierra las constelaciones
Acaricia la fruta carnosa táctil
Racimo de sangre, pliegues morenos
Semillas amargas no pensé que germinaran

NOTA DEL AUTOR:

Este es un trozo de un poemario inédito e inconcluso. Por lo tanto, es un vestigio arqueológico o simplemente un proyecto abortado. El caso es que siempre tuve la impresión o adiviné que el tono de estos versos era el más adecuado para exorcizar algunas fobias, rencores, envidias, traumas y felicidades recurrentes de mi primera infancia. No lo logré. No pude construir un poema que con ese tono pudiera ayudarme a liquidar algunas molestias. Quizá la poesía no sirva para ese fin y yo esté buscando donde no debo. Me consuela que estos versos permanezcan incompletos, como bosquejos o borradores en el taller de un artesano.


NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

No está demás puntualizar que Gabriel Espinoza Suárez es autor de uno de los poemarios más sugestivos de la última poesía peruana, Ello (Lima: Ediciones del Coatí, 1996). Libro sobre el cual ya anotábamos en De lo neobarroco en el Perú:

Nos ha llamado poderosamente la atención este primer libro de Gabriel Espinoza Suárez, Ello. La edición consta de doscientos ejemplares numerados (el nuestro es el No 27) y, quizá por ceñirse al título del libro, no encontramos por ningún lado datos sobre el autor, currículo vital; sólo una oncena de poemas con un bello grabado que la ilustra.

Poemario sobre la imaginación, bajorrelieve de ésta, los versos de Ello dibujan el envés de aquella hoja. Antiguos canales que afloran -en pleno desierto- al contacto del agua: “Ve hacia el eco y verás su retorno/ distorsionado/ En que se hablan las paredes del córtex/ …/ Y deja una delgada sombra, bajorrelieves. Y/ En el cromo tiernos brotes de óxido”

Poemario sobre la naturaleza del Yo, sobre ese cuarto oscuro que es la vida de relación: “Traigo un pocito con agua/ En él te puedes ver/ Sopla y verás el poder de lo invisible/ …/ Ahora ¿ves? Tienes otro rostro”; “Lo que tocas se hace tú”. En fin, poemario en su primera parte plagado de sugerencias y de virtuales ricas vetas; no así en la segunda. Aquí, los personajes alegóricos y el lenguaje, más bien efectista, hacen extrañar la propuesta íntima y económica de los primeros poemas. El espacio abierto -épico o teatral-no funciona todavía en el desmonte (léase desconstrucción) de los a prioris que registra Ello, de los temas mencionados un poco más arriba. El escalpelo ya no corta, tantea, no profundiza la operación.

Es muy difícil el arte de la alegoría (un término se refiere a un significado oculto y más profundo), humanizar la abstracción, hacer vibrar el concepto como sucede en Borges o en Sor Juana. Sin embargo, es enormemente válido y urgente -especialmente entre nosotros- pensar con la poesía; es decir, acompañados de ella, nunca solos. Por momentos, este primer libro de Gabriel Espinoza Suárez también da prueba de ello.

Puntuación: 4.89 / Votos: 9

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