En síntesis, y haciendo un breve recuento de la obra poética de Granados, notamos lo siguiente: En Juego de manos ya aparece una temática que se centra más en lo cotidiano, al contrario que sucede en Sin motivo aparente, donde se reflexiona sobre la poesía. Ambos poemarios tienen en común el tema de la naturaleza. En Juego de manos llegamos a ser partícipes del amor a la naturaleza. La idea del destierro está ya en “Ballenas blancas.” Hallamos un erotismo comparable al que leemos en poemas de Jorge Eduardo Eielson, cuyos versos en Noche oscura del cuerpo son también daros y espontáneos. Sin embargo, al contrario que Eielson, en Juego de manos Granados no recae en el narcisismo casi obsesivo del cuerpo (25). Como Nicanor Parra, Granados escribe sin el propósito de crear un falso estigma de endiosamiento: “líbrenos de poetas y prosistas / que sólo buscan fama personal” (5-6), dirá Parra en “Nuevos sermones y réplicas del Cristo de Elqui” (26).
El muro de las memorias es un poemario del dolor. En palabras del poeta: “El muro de los lamentos,” (27) de manera similar a como lo expresa Luis Cernuda ya en “Primeras poesías,” quien escribe: “No quiero estos muros.” (28). En la primera parte, “Del hogar,” la familia adquiere un papel importante. Versos como “Toledo” ensamblan dicha sensación con el tema de la soledad. Sin embargo, empezamos a percibir lapsos de optimismo, momentos que van haciendo aflorar un conformismo endulzado por la satisfacción de libertad que respira el poeta en el exilio: “Qué bueno es sentirse ampliado / desparramado sobre esta ciudad” (págs. 44-45).
En la segunda parte, “De la literatura,” el poema se consuela por medio de literatura y teniendo presente la literatura. Intenta combatir su propia ira y agresión:
“Si alzando la manos,
formando una garra,
pudiera desgarrar
mi cielo mas próximo” (29)
palabras subversivas que nos llevan a Parra: “Si todavía tiene poder el Señor / que nos libre de todos esos demonios” (10-11) (30).
En la tercera parte del mismo poemario, “Del amor,” continúa el tono de amargura. Su corazón es “un saco de odio,” y aparece el terna de la muerte:
“Me fui al cementerio
para constatar
que no estaba
entre los muertos (31)
humor negro que recuerda a Ramón Gómez de la Serna, el gran humorista de los cementerios, quien habla “del cementerio de la vida.” (32). Sin embargo, la tristeza sigue patente en Granados: “ya se que soy un hombre muerto” dirá en el poema “Es media noche” (60). Rememorando a Quevedo leemos en A N.K: “La muerte esta tiernamente/ siempre con nosotros” (6-7).
En su antología personal El fuego que no es el sol, (1982-1992), la segunda parte es una colección de poemas inéditos. El tono de tenue amargura sigue candente, y resuenan ecos de un misticismo que no llega a resultar anacrónico: ¿Cómo salvar mi alma ahora de esta prisión?” (33). Domina el poemario una gran fuerza de expresión. Son versos del exiliado que se siente desolado y que exige compañía. Su Perú está siempre en él: “Días del Perú, no me abandonen” (l0) (34). Afloran versos como luces intermitentes que iluminan su patria o a su amada, y en ocasiones convergen simultáneamente ambos recuerdos en su pensamiento, como leemos en el verso (35) “El Perú y mi amor” (7). Hay confluencia de imágenes del Perú y de los EE.UU., como en “Hace más de quince años.” (36). Los indicios de amargura se van disipando. Hallamos testimonios de una postura de aceptación: “Mi lugar es la incomodidad” (44) (37).
El tema del amor adquiere connotaciones más generales. El poeta se siente como un niño, como “lobezno sin madre” (5), como declara en “Después de herirme con tu belleza.” (38)
La diferencia entre estos tres poemarios y El corazón y la escritura es notable. Esta es una poesía de madurez y superación. Pedro Granados nos ofrece una mayor amplitud del prisma personal que compone su propia perspectiva poética. Son versos motivados a raíz de experiencias concretas que se comparten desde el exilio voluntario, exterior e interior. Es una poesía sincera, reiterativa, sencilla y mucho más rica en matices expresivos que la que ofrecen sus libros anteriores.
La trayectoria poética que sigue el autor es sin duda de superación en todos los sentidos. Se siguen tratando temas de siempre, pero las vivencias del viajero incansable, del poeta en el exilio y del profesor de universidad, quedan poetizadas con una pluma de cuya tinta se desprenden palabras menos sensibleras. Hallamos diferentes tonos de voz, percibimos diversas fuentes de influencia y se evocan diversos, recónditos y significativos parajes para el poeta.
El fondo apolíneo y la vena de los clásicos también está en estos versos, pero es un poemario de aceptación, mucho mas diverso y colorido que los escritos anteriormente. El deseo de hallar un ente, que pasa a ser indefinible e inexistente en El Aleph de Borges podría compararse al tema de la búsqueda en la poesía de Granados, búsqueda por un algo que no llega. Sin embargo, hallamos un sentimiento de noble aceptación. A la preocupación existencial se solapa lo anecdótico. Lo lúdico pasa a ocupar parte importante en El corazón y la escritura, rememorando a Martín Adán, Luis Hernández, Nicanor Parra, o a Ramón Gómez de la Serna. Humor combinado con lo serio, como está sucediendo en algunos escritores importantes en la narrativa actual peruana, como es el caso de Alfredo Bryce y de Mario Vargas Llosa (39) y de la narrativa latinoamericana escrita por mujeres bajo influencia de Cortázar, tipo Ana María Shua.
La variedad de temas tratados va a la par con un colorido espectro de tonos poéticos. A cada idea o memoria le corresponde una estrofa, que normalmente corresponde a un poema. Abundan los diminutivos, típicos del lenguaje hablado, coloquial y afectivo. Los juegos de palabras descubren un ingenio interesante y fuertemente arraigado en los clásicos. Es una poesía ecléctica, de contrastes, y al mismo tiempo sencilla. Todo queda poetizado en El corazón y la escritura, poemario que deja traslucir un nítido sesgo clásico ingeniosamente adaptado a unos poemas actuales, intensos y sinceros. Son versos que brotan del corazón de un poeta peruano culto y que configuran el carisma de una nítida voz que se alza libremente en el exilio.
Pedro Granados es un poeta cultivado que trata de conciliar el amor con el dolor, la dulzura con la amargura, lo concreto con lo abstracto. Lo lírico no está reñido con lo coloquial en su poesía, y sus versos van normalmente acompasados de una serenidad de la que irradian destellos de sinceridad, ideas y recuerdos que rompen con la sensiblería cursi y rimbombante que emana de la pluma de muchos poetas (1). En El corazón y la escritura Granados llega a crear una poesía, en sus propias palabras, “coloquial, reflexiva y apasionada”(2). Surgen temas de toda la vida, como la familia y el amor. Seguimos las huellas de un trotamundos incansable y se advierte un marcado tono de erudición.
En “Un punto” se persigue una esencia inalcanzable e intangible, como en el Aleph. Queda descrita la obsesión de un algo insustancial que se escapa a la percepción de los sentidos. El poema queda clausurado con un gesto inocente que refleja la añoranza por lo mundano, nostalgia como refugio ante el hostigamiento producido por dicha experiencia.
“Estas ramas nocturnas” trata del dolor por los hermanos muertos. La naturaleza alberga sus cuerpos ausentes pero no olvidados. El escritor argentino está presente en la mente del poeta: “Sólo estas ramas, espadas desnudas del amor/como a Borges referir le placía.” (3)
En “Cuadro”, es el recuerdo de los padres lo que da fineza a la expresión del poeta al rememorarlos. Dibuja un poema con un “amarillo-naranja”, dando vida así a la expresión de lo que se halla ante sus ojos y que generosamente comparte con el lector.
De poema a poema vamos paseando por pensamientos que difieren en contenido temático (4). Compartimos secretos ajenos que destacan por la clarividencia y exactitud de palabra. Granados esclarece una idea y la embellece precisamente por la falta de ausencia de retórica empalagosa.
En “Es extraño” le desea dar vida a las cosas: “Es extraño / que las cosas no cambien / -que no se liberen- / ¿Las cosas / tendrán un corazón mas fuerte?,” cuestionamiento que nos lleva a la gran pregunta de Ramón Gómez de la Serna, para quien las cosas tenían, merecían gran atención.
En “Qué clase de intelectual sería” captamos una voz narrativa interesada por el cine de Buñuel, en concreto se habla de “Los olvidados.” Lanza preguntas al aire la mente curiosa que desea saber lo que piensan personajes a los que animaliza, como a los poetas, sin preocuparse de despoetizar su propia poesía. Lo que realmente se consigue es imprimir un sello original que resalta por la sinceridad que brota de una voz oficiosa: ” … Qué tipo de animales serían / entre la fauna de los poetas” (14-15) (5).
En “Toda la noche oyeron pasar pájaros,” los pájaros son los muertos y vivos de cinco siglos después. El énfasis está en el presagio. El verso figura en el primer viaje del diario de Colón, pájaros comparables a aviones de guerra. El efecto condenatorio por la conquista de América se hace claro por si mismo: “y fue para los peninsulares/ -tanto como para el Almirante ya en tierra-/ un perro que nunca ladró. Una perra (9-11). La repetición del fonema / r / refuerza el tono de enfado, reafirmado con la rima consonante utilizada en los dos últimos versos.
El siguiente puerto de parada nos lleva a “En medio del ruido.” Este poema narrativo rompe con la estructura poética anteriormente utilizada en el libro. Nos hallamos ante una visión caleidoscópica que refleja el panorama urbano en medio de la diversidad étnica: “negros, latinos, gringos pobres que acuden a su laundry dominical en Pawtucket” (21). Se aprecia la sensibilidad del poeta que se agrupa con sus “semejantes” y no pasa desapercibido ante la triste verdad social de las minorías que describe: “Carne de cañón.” En este mismo pasaje vemos el ojo observador que describe las cosas: “calcetines azules, bragas verdes, toallas amarillas … ,” prendas poetizadas que tal vez son las únicas posesiones de algunos individuos de ese “laundry” de Pawtucket. Como dijera Martín Adán también con tono de greguería: “La justicia son unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.” (6). En ambos poetas peruanos se entrevé una denuncia social en los dos comentarios (7).
En “Mocho como esa enredadera” se hace uso de un lenguaje erótico: Ese “mocho y macho,” sin embargo. Erecto. / Desnudo como la lombriz” (6-7). La metáfora humorística nos lleva a Adán y a Gómez de la Serna: “Reptante como el gato” (9).
El siguiente poema, “Que mi padre me lleve de la mano,” expresa el recuerdo por el padre ausente, a quien le exige que “se incorpore desde su casi / centenar de años” (2-3). Ni la repetición de vocablos, ni el empleo de palabras coloquiales, quiebran la calidad poética. Son conmociones carentes de ramaje artificioso (8). “Porque sólo tendremos nuestro chico y ridículo corazón” (16).
“Sus labios persas” muestra otro giro temático en la senda ondulante por donde nos lleva el poeta. El erotismo pasa a adquirir protagonismo en este poema donde seguimos los pasos del poeta seductor, cuyas palabras van enmarcadas en versos cortos. Lo que en realidad importa es que se ve rodeado de “tanta belleza” (14) (9).
“Varios cordeles de tender ropa” conecta con “En medio del ruido.” Entablamos una clara conexión entre el patio de tender ropa y los lugares que rondan en la mente del poeta. Aquí aparece la voz desesperada del poeta que clama en busca de su propia identidad (10).
Los calzones, el llanto, las risas,
las satisfacciones de todos
colgadas allí puntualmente.
Prendidas -sujetas- así
en la China como en el Perú.
Campo arrasado de mi patio
-¡Castilla, Ayacucho, Sur!-
Oh patio violento (9-16).
Imágenes y sensaciones entremezcladas que se congregan en la mente: “besos tiernos al lado / de un basural maloliente” (30-31), estado comparable al del poeta en el exilio: “Y no esta absurda manera de estar de pecho clavado / contra el horizonte” (55-56).
En “Perfumado de magnolias,” falsamente se nos induce a priori a un posible lirismo. Destaca lo escatológico, recordando a Valle y Caviedes o a Quevedo. Se poetizan flores como excusa irónica, lo cual nos lleva a palabras del narrador en La casa de cartón: “A veces creo que las flores tan solamente existen para atemperar la emoción del día” (106). La voz poética en “Perfumado de magnolias” nos describe un personaje que busca comida para sus gatos. En el poema se habla de la “basura”, “tripas.” Granados no excluye nada en su poesía. La ironía se manifiesta al leer que las manos del andante que merodea los basureros de la ciudad deben de oler no precisamente a flores.
Una vez más rememoramos a Martín Adán, quien nos hace reír con su humor relacionado con los malos olores (11). Ni siquiera aquí olvida que es como una “gaviota exiliada,” entablando en este caso conexión con Cesar Vallejo, quien tan bellamente poetizara sobre el Perú en Poemas humanos.
“Mi hermano Germán o el arte de la poesía” es uno de los poemas narrativos más conmovedores del libro. En esta ocasión se alza una voz más apagada y condoliente. Hallamos uno de los leitmotives mas utilizados por Granados, el muro (12). Se forja una clara tristeza emblemática, efecto que nos lleva a poetas españoles de la generaci6n del 27, y en concreto a Luis Cernuda (13). El lenguaje y el recuerdo de Germán quedan ensamblados ante el deseo de que las palabras del poeta sean hechas servir de eslabón que una y sosiegue su alma: “Si tú supieras, hermano querido, ahora que las palabras t e buscan para ofrecerte su mejor ungüento, el más caro, el más fino.” El humor tampoco está ausente en esta ocasión: “por tu ternura de ratón. ”
El siguiente poema, “El muchacho mira a la muchacha” (35), muestra el don observador del poeta, quien pasa a describir una pareja de adolescentes, enfatizándose así repetidamente la acción que da título al poema. Queda la ambigüedad de que el adolescente sea el propio yo poético. Este “mirar” es recurrente, como en “sus labios persas. La posesión efectiva y el voyeurismo no se excluyen, s e complementan.
En “Desmuelado” (37) hallamos un poema totalmente diferente a los vistos anteriormente. Resalta la irrupción de apelativos despectivos y jocosos o que van dirigidos a sujetos que no merecen alabanza por parte del poeta. A pesar de que es un poema de “Vencidos,” no deja de resultar divertida la sarta de nombres. El lector se encuentra ante una serie de personajes cuya fisonomía ha de imaginar. La caricatura y algunos apodos nos hacen reír, y apreciamos un humor del que no está ausente el neologismo. De “desmuelado,” jugando con “caries” crea “cariacontecido” y luego continúa, jugando con la palabra anterior, con “cabizbajo,” recordando a Quevedo y al lado grotesco de la obra de Martín Adán (14).
En “Sobre Maracaibo” se describe un avión que va aterrizando.
La voz poética compara a los emigrantes con alcatraces, triste realidad de aquellos que necesitan dejar su patria, pero Granados dibuja un paisaje desamparado con humor. No dramatiza la realidad a la que se alude.
“Cartagena de Indias” trata del tema de la escritura. Se centra en el proceso de la inspiración del poeta: “Mas fácil es hacer poemas sobre el exilio / en los Estados Unidos.” El cielo y el mar le provocan cierto aire de felicidad, plasmada en sus versos con una dulce ironía: “Muy alto es el cielo sobre esta ciudad.” De nuevo tenemos presente a Martín Adán, quien tiende a poetizar lúdicamente con ambos términos: “El océano mar descendió. Arriba, en una zona azul del cielo, parpadeó la luna (15).
En “East Coast” la voz poética se fusiona con la naturaleza, pero es una naturaleza, llamémosle así, de la carencia, no de la abundancia o efervescencia, como en Juego de manos (16) “Aire en que hasta los pensamientos / salen bien cortados y empaquetados” (12-13). Y aparece la voz reconciliada: “Se vive o se muere, simplemente” (25).
En “Mi Señor” se alude a un Señor bromista, Dios humanizado con una “risa gorda” (3). Incluso en uno de los poemas que podrían haber servido de sólido pedestal para expresar las creencias religiosas del poeta, tan solo se destaca “el aire festivo” de celebración. Las “risas de Dios” aparecen por todas partes, y no hallamos el tono de enfado y de amargura que percibimos en la poesía de Nicanor Parra cuando habla de Cristo (17), sino todo lo contrario, estos versos con tono humorístico nos recuerdan poemas de Luis Hernández (18).
El tono poético cambia en “Cuando ella.” Es un poema descriptivo, corto y sencillo, de una escena amorosa. La mujer pasa a ser “un gatito,” “un pececito,” diminutivos que sirven para modelar ese “dulcísimo revoltillo” de la escena que presenciamos.
Pero de tono contrario es “A golpes energéticos sobre mi batería,” donde se nos ofrece una visión antitética ante la vida: “golpes energéticos,” “puños cerrados,” “guijarros,” palabras que expresan dolor ante lo que sólo sabe el poeta. Pero incluso en este caso, la “canci6n de resentido” es un “bello pase de gol.” Canto un tanto amargo del que resuena una voz de clamor y celebraci6n y que brota del orgullo íntimo de ser poeta .
En “El mimo” hallamos cierta identificaci6n de dicho personaje con la voz poética del poema anterior. Si bien el “músico” poeta era “intratable,” el mimo se comporta de manera “absolutamente indiferente” ante los transeúntes que pasan frente a la Universidad de Cartagena de Indias. A ambos les atrae la idea de un extraño anonimato. Mimo enmascarado, mimo que es “tan sólo un gesto.” Comparable al cantante de “a golpes enérgicos sobre mi batería” que tan sólo deseaba compartir un “discreto rumor.” Ambos, mimo y cantante, desean compartir pero al mismo tiempo pretenden ocultar verdades íntimas.
Exhibicionismo paradójico que hace retroceder en sus actividades respectivas a ambos sujetos. La voz poética en “el mimo” pasa a referirse a un “tú,” pronombre referente que corresponde al poeta enmascarado. La identificación “mimo” con la voz poética llega a su punto climático cuando ambos referentes quedan equiparados:
“Tú eres más autentico. / Te comes la plaza a grandes trancos / como él … “(23-25). Aunque se vuelven a distanciar, la voz poética, enmascarada con el “tú,” le usurpa el protagonismo al “mimo” al intercambiarse ambos momentáneamente los papeles:
El termina su espectáculo y ya se va.
Tú continúas. Despintado,
pero muy pálido.
Como el típico hazmerreír de siempre (27-30)
En “continuo y discontinuo” también se explota la ambigüedad de referentes del primer verso. Se deja al lector que imagine el sujeto de la oración elíptica. Con ecos del “manso ruido” de la canción III de Garcilaso o de los versos de Fray Luis de León (19) se nos sitúa en una playa de “mansos tumbos” (53). El amor y el dolor se entremezclan al rememorar el pasado: “Cuánto no hemos sufrido y gozado.” El poeta quiere distanciarse de sí mismo y apropiarse del falso “tú”: “tu extraviado corazón” (14). Lo epítetos antepuestos invaden el poema: “sensuales olas” (7), “relampagueante arena” (11), “Ilimitado deseo” (20), “discreta hoja” (26), obteniendo así un frescor original que germina de una semilla procedente de los clásicos, por lo que no nos sorprende que se mencione “la Fábula de Polifemo y Galatea / de Don Luis Góngora y Argote,” (27-28) que al mismo tiempo el yo poético interpreta como una “hoja de vida.”
”Y otra vez aquella visión” es otra rememoración de un suceso anecdótico ante la sensación que le causó aquella voz al otro lado del teléfono. Aventura que lleva al poeta en exilio a remodelar su propia compostura. Se halla ante un dilema de clara desorientación que deja traslucir claros vestigios de una falta de lugar para su identidad: “ser peruano en cualquier parte del mundo es imposible” (10). Pero incluso en estos momentos de humilde aceptación, a pesar de que “No hemos visto y olido y palpado / por gusto” (14-15), aparece la voz triunfante y despreocupada que sazona su propio pesar con un antídoto efectivo, el optimismo: “La realidad tiene el contorno de un talle / y es muy dulce la verdad” (17-18).
En “Hojita delicada” se poetiza la hoja de papel, pero la voz poética se desprende de esta idea y se desplaza a la muchacha, al muchacho, a la hermana, términos todos ellos violentados por el acaecer de la vida. Tal vez porque la hoja de papel pierde su inocencia cuando en ella se sellan palabras, de la misma manera que la inocencia de la juventud se va disipando al paso de los años.
Hacia la mitad del poema apreciamos un lirismo reforzado por la utilización de recursos estilísticos que entonan con el raudo abatimiento. El ritmo se acelera con la intromisión del pronombre en segunda persona: “Tú que eres estos ojos” (12), y se recurre a juegos de palabras con una clara intención erótica: “Tú que eres mi puerta, mi puerto” (13). Por medio de la aliteración del fonema bilabial sonoro /m/, se enfatizan términos importantes para el poeta: “compañera,” “masa de amor,” “alma.”
Apreciamos un traslúcido control de la expresión. El orden de los epítetos queda bajo el control del poeta: “Oh torre silenciosa” (19), “Oh silencioso pinar” (20), para intensificar la paz que desea trasmitir. Al final, con humor, con cierto atisbo irónico, nos quedamos sorprendidos con su “castísima beata,” que sólo el poeta sabe quién es, lo que de nuevo nos lleva a La casa de cartón. Adán se desprovee de ironía pero escoge alas beatas como punto de ataque. Las describe con humor: “Beatas que huelen a ropa sucia, a estrellas, a piel de gatos, a aceite de lámpara, a esperma … Beatas que huelen a yerba mala.” (20)
“Boston Zoo” es otro de los parajes inesperados del poeta observador, describe animales para denunciar el encierro:
estarían mejor como las garzas
Firmes en el estribo,
aparentemente inmóviles
y de viaje siempre (18).
En “Poema de la Violencia en Brown University,” se rememora la violencia vivida, parte de su “infancia y adolescencia del Perú,” desde uno de los lugares donde vivió el poeta. Alude al poema de Lorca, “Poema de la soledad en Columbia University,” de Poeta en Nueva York, mas ahora no se trata sólo de la soledad, sino también de la violencia. La voz compensatoria del dolor, siempre presente en la poesía de Granados, aparece como gesto de paranoia recurrente que casi siempre se presenta en aires de optimismo: “la violencia existió siempre.” Se rememoran momentos de victoria:
Pero nuestra mirada era más grande que la violencia,
sabía llevar, sabia traer,
sabía sumergir y renovar las cosas,
las voces, purificar los instintos (23-26).
La violencia queda poetizada con versos desprovistos de falso lirismo, como si el poeta se negara a dejarse afectar negativamente por este recuerdo: “conocemos su hendidura, su hedor, aquello que la hace más feliz” (59). El yo poético está integrado en un nosotros que representa la comunidad.
“Manoli” es el título del siguiente poema narrativo. El erotismo aparece de nuevo. Se expresa un instante de soledad que alberga un intimismo espontáneo, tierno alarido poético casi sofocado, sin caer en la pedantería: “purificado y dócil y manso de corazón como una criatura, pensé en ti. Pienso en ti.”
“Madreselvas para Martín Adán” es un poema de alabanza a su admirado compatriota (21). Madreselvas trepadoras para el poeta loado, planta que absorbe su nutriente del cuerpo del poeta. A su vez lo metamorfosea en ella: “porque eres la madre selva” (32). Vivo en la mente del poeta, se niega a visionarlo bajo la tumba: “Ahora que me espera la muerte / tal como a mí. Tal como a ti / no” (24-26).
La fealdad queda poetizada en “En vez de moscas.” Todo tiene cabida en el vasto panorama poético de Pedro Granados: Los insectos, la hormigotas, las lagartijas, las polillas de aquella estancia de Santa Cruz de la Sierra también merecen un lugar en su poesía. Acaba comparándose a los animales que describe, como uno más, “como un murciélago” (18) que revolotea buscando a ciegas el amor. Los juegos de palabras de “En vez de hormiguitas, hormigotas” (3), nos recuerda a Pablo Guevara. “(22).
La voz del poeta de nuevo cambia de tono en “Como la noche.”
Erotismo, noche, amor, corazón, vocablos de siempre que nos llevan a versos de “El cántico espiritual” o de “Noche serena.” Irrumpen versos con referente ambiguo: “confiada y serena,” “Desnuda sobre el mar” (8), ¿Se refiere a la noche? ¿a la amada? Tal vez la heroína inexistente de los sueños del poeta.
El siguiente puerto al que nos lleva el poemario biográfico es a “un salón de clases.” El profesor de universidad muestra su enojo, pero con humor, en uno de esos momentos de aburrimiento: “Esto de ser un miserable payaso, a veces” (9). El poeta ahora se metamorfosea en una mosca por el sentimiento de frustración,: ” … como si / no tuviéramos ya esta lengua apretada contra el vidrio. / Estos ojos de mosca apretados contra” (11-13). Son versos sazonados con humor.
En “La canción” nos situamos en Granada. El poeta ahora se siente feliz “en el destierro” (19). Hallamos rima en asonancia en /eo/: “ajenos,” “dueño,” “destierro,” “seno,” y en /ao/: “brazos,” “milagro,” “rojiblanco,” “embargo.” Granados adopta la rima pujante que se obtiene con las vocales abiertas. El poema acaba con la fuerza de la rima consonante /ón/ de corazón, vocablo que rima con “canción,” ultima palabra del primer verso. Todo es melodía armoniosa en este poema.
En “Estamos pensando” nada sucede en ese punto de “Santa Cruz de la Sierra.” Hallamos asociaciones absurdas: “Yasi el peje y la salamandra y el martillo / algo tendrán en común por el solo hecho / de haber sido expresados” (25-27), absurdo que llena el poema. Todo queda incluido y homologado en la mente del poeta.
En “Ya ha pasado algún tiempo” está la obsesión de la playa, como en Juego de manos (23). Mar, agua y playa son términos que se reiteran también en otros poetas peruanos (24). El caminante ahora posee “Unos mínimos pies que sangran” (32). Nos encontramos ante una playa rememorada con impasibilidad: “somos más/ que el amor” (29-30). Granados refuerza sus versos con un lenguaje sobrio y personal.
“A Lorca” es un poema de alabanza. Granados extiende su pluma en homenaje al gran poeta granadino, y lo hace con palabras de admiración, como discípulo suyo que admite serlo. Le pide el secreto de la palabra mágica. Son versos que no pudieran ser más expresivos y conmovedores:
A ver si algo de ese hollín
de lo remoto y de lo sagrado
lo esparces por aquí. Porque lo necesitamos.
Algo de ese hollín
que te sobra en el pelo. (11-15)
Las estrofas van aumentando en número de versos: de manera ordenada: 3-3-4-5-5-6. Orden estrófico que concuerda con la armonía en ascenso para expresar su devoción por el poeta granadino: “A ver si nos quieres un poquito/ -frase para arrebatar tu amantísimo corazón-” (17). Alude a un corazón que no es el suyo, hecho infrecuente en la poesía de Granados.
Este poema nos lleva a la “Canción del Jinete,” de Lorca. Rememorando los versos “La muerte me está mirando/ desde las torres de Córdoba” (7-8), Granados completa el viaje del poeta granadino: “Ya que a Córdoba has llegado /A ver si algo de ese hollín” (10-11).
En “Cuento mis monedas” se insiste en la idea de equipararse a animales: “Pequeño animal de la noche” (2). “Veo a mi abuelo incubando” (81). Se conecta de nuevo con Adán por la utilizaci6n de metáforas grotescas y humorísticas. Caricaturiza cariñosamente a su propio abuelo: “pequeño duende travieso de inmensos ojos” (13). El humor no se escapa ni al poetizar los recuerdos más tiernos, sin embargo, dicho verso es una definición de la poesía, de su poder frente alas limitaciones, las injusticias o la mediocridad; así leemos el final del poema, sutilmente dramático: “Imagino a mi desamparada prole / sin heredarme el duende.”
“Nada nos ha pasado” presenta una voz que expone una preocupación existencialista. Se concede una explicación que despoetiza el dilema en el que se halla el poeta: “El cemento une a los hombres.” La ciudad es ahora el centro visual que unifica. Todos somos lazarillos descarriados pero que reímos como Pablos en determinados momentos: ” … y sin embargo, / nos alegramos de las calles por donde / caminábamos … ” (13-15). Poema de contrastes a todos los niveles ” … ¡Qué destreza / la de la dicha y la de la desgracia / hacen y deshacen con uno!” (15-17). “Nunca hemos sido más felices / y nunca hemos sido mas desgraciados” (22-23). Aparece el problema de la falta de ubicación de la identidad del poeta, el cual necesita hallar un lugar, aunque sólo sea en su imaginación, en lo que podría ser perfectamente su amado Perú, “sobre una indiferente calle sudamericana” (33). Nombra a su admirado “Martín Adán” (34).
La idea del pícaro se extiende en el siguiente poema: “Dos o tres cosas:” “Querer ser siempre … / el diestro cazador de moscas” (8). “Mientras tanto / caminemos rápido como el ladrón / rápidos y sigilosos” (16-18). Se nos brindan diversos consejos para andar cautelosos, pues no sabemos lo que nos depara la vida “justo al voltear la esquina” (28). Se pacta con la actitud del pícaro y no con la del burgués, pero al mismo tiempo es la preocupación por hallar un algo inmaterial, un aleph inexistente, clave necesaria que justifica la razón de la búsqueda.
En el ultimo poema, “Block” aparece el verso que da titulo al poemario: “El corazón y la escritura.” Se alude a una cabeza “hibrida e inconforme” (10-11), sin duda, la del poeta, de la cual brotan ideas dispares pero armoniosamente encoladas en un poemario que brilla precisamente por un contenido “hibrido” a todos los niveles: a nivel de registro poético y por los temas que se abordan.
En síntesis… (ir al inicio del post)
NOTAS
1Pedro Granados ha publicado: Sin motivo aparente (1978), Juego de manos (1984), Vía expresa (1086),
El muro de las memorias (1989), y la antología EI fuego que no es el sol (1993.)
2 Ver artículo y entrevista de Karina Moreno: “EI corazón y la escritura. La voz y 1a vida de Pedro Granados,” EI comercio. Lima, lunes 17 de junio de 1996.
3 En “Pedro Granados, desde el exilio,” articulo y entrevista de Ronald Forgues con Pedro Granados, publicada en Pagina libre el 30 de julio 1990, el poeta se pronunció en relación ala importancia de la naturaleza en su obra: “Recurro a la naturaleza, o es también la naturaleza la que recurre a mí.”
4 “La poesía de Granados es siempre novedosa e imprevista,” ha escrito recientemente Iván Ruiz Ayala sobre El corazón y la escritura, en un articulo reciente, “Original poesía que vislumbra un siglo nuevo,” publicado en EI Comercio, 7 de julio 1996.
5 Las menciones a los animales se repiten en toda la obra de Granados. No sólo identifica a otras personas con ellos, sino que también el poeta tiende a metamorfosearse, adquiere cualidades de los animales que describe. EI mismo confesó a Forgues: “De pronto, a veces también me brotan escamas, arrastro los apéndices como lobo de mar, escondo un hocico magullado de gato”
6 La casa de cartón, pág. 57.
7 Sin embargo, hay que destacar que este poema es una excepci6n en la poesía de Granados. No se considera un poeta social: “No me siento vocero de ningún tipo de mesianismo. Siempre entreveo la pendejada en ello, porque siempre hay alguien que es vocero del mesianismo y vive muy bien.” Artículo y entrevista publicado en EI diario, Lima, 2 de diciembre, 1987.
8 En este sentido, se podría comparar con Nicanor Parra, poeta que utiliza el humor y el lenguaje coloquial en gran parte de su obra. Julio Ortega escribe respecto a este tema en el pró1ogo a Poemas para combatir la calvicie: “Estos trabajos sobre la dicción dan a la “antipoesía” su textura compleja y oposicional, y su peculiar humor, sobrio y paradojal” (pág. 7). Parra tiende a privilegiar la parodia y la rima en algunos poemas humorísticos, lo que no hace Granados.
Yo soy Lucila Alcayaga
alias Gabriela Mistral
primero me gané el Nobel
y después el nacional
a pesar de que estoy muerta
me sigo sintiendo mal porque
no me dieron nunca
el Premio Municipal. “Epitafio,” de Poemas para combatir la calvicie: (pág. 297)
9 La fuerza desgarrada y pasión de estos versos nos recuerda a poemas de Jorge Eduardo Eielson, como en el poema “Doble diamante,” de Poesía escrita: ” … Ah criatura! Tu desnudez me ahoga! (14), pág. 132.
10 “Ciertamente la identidad la he perdido, pero, creo, para irla recuperando ampliada y profundizada,” le confesó Granados a Forges en la entrevista citada.
11 En La casa de cartón se alude al mal olor del ambiente: “En un tufo de refrito y cocina, se me descubre un
mundo encerrado en este mundo: el mundo del corral. Los gallos también se humanizan” (96).
12 También aparece en El muro de las memorias, “El lapicero verde que se encontró mi hermano Germán, y en El fuego que no es el sol, “Cada vez me aparezco más a mi hermano Germán.”
13 En el poema “telarañas cuelgan de la razón,” de La realidad y el deseo, se reitera la metáfora en la última estrofa:
Tú nada sabes de ello,
Tú estas allá, cruel como el día;
El día, esa luz que abraza estrechamente un triste
muro
Un muro, ¿no comprendes?,
Un muro frente al cual estoy solo.
Para Cernuda “muro” a menudo va asociado a dolor o prisión. Ya en “Primeras poesías” se hace patente esta última idea: “El afán, entre muros, / debatiéndose aislado” (“Poema III”). En ocasiones muestra desprecio por ellos: “No quiero esos muros” (“Poema VII”).
14 En este sentido, nos parece que Granados mantiene cierta afinidad con los vanguardistas. “La imaginería vanguardista” en palabras de Hugo J. Verani: “como fuerza generadora del relato, provoca fuerza generadora del relato, provoca rupturas humorísticas y relampagueos grotescos, fomenta una actividad proteica que acoge una fantasía tan irreverente como ilimitada” (1082). Ver también “Lo grotesco en ‘La casa de cartón’ de Martín Adán,” por Edmundo Bendezú.
15 La casa de cartón, pág. 52.
16 Ver “EI mirador de lobos.”
17 Ver la secci6n “EI Cristo de Elqui,” sobre Cristo en Poemas para combatir la calvicie.
18 Ver en Obra poética completa el poema “Priere” (pág. 436): “Señor de los abrelatas … ” (1).
19 Verso 59 de “Vida retirada.”
20 Pág. 15, 16.
21 Hay que hacer constar que esta admiración era recíproca. A pesar de la diferencia de edad entre ambos poetas, les unía una estrecha amistad. Mejía Baca declara en relación a Martín Adán en una entrevista publicada en El Comercio el 10 de febrero, 1985 “Mejía Baca y Martín Adán: una estrecha amistad:” “Reía mucho con Monos y Monadas. Lo ultimo que leyó fue el poemario de Pedro Granados Juego de manos … Le gustó mucho.”
22 Poeta peruano que hace utilización del mismo recurso estilístico de manera similar: “la lengua,” “el lenguado, vocablos de “El lenguado,” poema inédito de Pablo de Guevara y leído por él mismo en su conferencia en la Universidad de Harvard, 18 de noviembre, 1997. El mismo reconoció que el estilo de su poesía ha oscilado en los últimos anos de “la austeridad al ludismo.”
23 El poemario empieza con un poema muy similar a “Ya ha pasado algún tiempo:” A un lado del mar / bebiéndose la costa / al otro lado los habitantes … ” Tanto en este poema de Juego de manos como en otros del mismo poemario donde aparece el mar, el tono suele ser más sensual que en “Ya ha pasado algún tiempo.” En “Has puesto tu brújula” leemos “EI mar tiene los límites de tu amor” (16).
24 Particularmente bellos son los poemas sobre el mar de Luis Hernández. Ver su Obra poética completa.
25 “EI arco iris atraviesa a mi madre y mi padre.” Este el el primer verso de Noche oscura del cuerpo. Alguno de los temas en común entre Granados y Eielson son el dolor, la familia y el exilio. En ambos poetas rige una onda de claro antisentimentalismo.
26 En Poemas para combatir la calvicie, “XLIX,” pag. 230.
27 Pag. 7.
28 De la colección La realidad y el deseo Poema VII, pag. 14.
29 Pag.39.
30 En Poemas para combatir la calvicie, “XLIX,” pag. 230.
31 Pag 53.
32 Automoribundia, pag. 167.
33 “Desde mi cuarto,” pag. 41.
34 “Y así, el fuego que no es el sol,” pag. 54.
35 “Muy de mañana,” pag. 51.
36 Pag. 52
37 En el poema “El lugar de mi lectura.”
38 Pag. 69.
39 Ver el artículo publicado en El país, 2 diciembre 1997, escrito por Maite Rico, “Mario Vargas Llosa reivindica el humor como esencial en la literatura,” donde se habla de la presencia del humor en el último libro de Mario Vargas Llosa, Los cuadernos de Rigoberto, hecho contrario a lo que sucede en La ciudad y los perros, publicada en 1962.
BIBLIOGRAFÍA
Adán, Martín. La Casa de Cartón. Lima, Perú: Talleres de impresiones y encuadernaciones, 1928.
Obra poética. Lima, Perú: Instituto Nacional de Cultura, 1976.
Eielson, Jorge Eduardo. Poesía escrita. Pró1ogo de Ricardo Silva Santisteban. Lima, Perú: Instituto Nacional de Cultura, 1976.
Noche oscura del cuerpo. Lima, Perú: Edi. Jaime Campodónico,1996.
Bendezú, Edmundo. “Lo grotesco en La casa de cartón, de Martín Adán.” Letras. 78-79: 1967 (200-204.)
Cernuda, Luis. La realidad y el deseo. México: Fondo de cultura económica, 1958.
Forgues, Roland. “Pedro Granados, desde el exilio.” Pagina libre. Lima, Perú. 30 de julio, 1997.
Hernández, Luis. Obra poética completa. Lima, Perú: Punto y trama, 1983.
Moreno, Karina. “El corazón y la escritura. La voz y la vida de Pedro Granados.” El Comercio. Lima: Perú, 17 de junio, 1996.
Parra, Nicanor. Poemas para combatir la calvicie. Compilador y pr6logo de Julio Ortega. Guadalajara, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1993.
Rico, Maite. “Mario Vargas Llosa reivindica el humor como esencial en la literatura.” E1 País, Madrid, España, 2 de diciembre, 1997.
Ruiz Ayala, Iván. “Original poesía que vislumbra un nuevo siglo.” El Comercio, Lima: Perú, 7 de julio 1996.
Verani, Hugo J. “La casa de Cartón de Martin Adán y el relato vanguardista norteamericano.” Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 4: 1992 (1077-1084)
OBRA POÉTICA DE PEDRO GRANADOS
Sin motivo aparente. Lima, Perú: Cuadernos de Hipocampo, 1978.
Juego de manos. Barranco, Peru: Ediciones Los Reyes Rojos, 1984.
Vía expresa. Lima, Peru: Instituto Nacional de Cultura, 1986.
El muro de las memorias. Ithaca, Nueva York, EE.UU.: Latin American Books, 1989.
El fuego que no es el sol. Antología personal. 1982-1992.
Lima, Perú: Ediciones de los lunes, 1993.
El corazón y la escritura. Lima, Perú: Fondo Editorial Banco Central de Reserva del Perú, 1996
Rafael Cabañas Alamán
SAINT LOUIS UNIVERSITY, MADRID CAMPUS
Autor de Fetichismo y perversión en la novela de Ramón Gómez de la Serna (Madrid: Ediciones del Laberinto, 2002). Y de numerosos artículos sobre Cervantes, Cernuda, Borges, Macedonio Fernández, etc. El presente artículo fue escrito en 1997 y se mantuvo inédito hasta el día de hoy (cualquier posible errata obedece a nuestra transcripción).