Libro maravilloso, el de un sujeto sencillo, aparentemente uno de tantos, pero soberano, elegante ante la vida y la muerte. De esta actitud fundamental brotan la sabiduría y el humor de estos poemas; para no hablar de la carpintería de los mismos, en su aparente simplicidad también, plenos de guiños cultos, lecturas de todo tipo, meditaciones extraordinarias y, sobre todo, cotidiano arte de vivir. De vivir a duo, a trío, en la polifonía misma de la curiosidad por todo y el interés entrañable por todos los demás. Semejante de su lugar y de su tiempo, estos últimos se animan a entrar de verdad en su poesía: inolvidables su mujer, sus amigos y los lugares por donde discurre el yo poético, a veces también un tanto hechizado. Edgar ha cocinado en su marmita con paciencia y, en el interín, se ha cocinando a sí mismo con lentitud. Hasta convertir su obra en el oro que es hoy dentro de la poesía mexicana e hispanoamericana, a mi entender, llena de fuegos fatuos (montados –de la noche a la mañana– por la editorial de moda, subidos a empujones al vagón de la popularidad). Nada de esto ocurre con este libro, felizmente, porque a la poesía –contra lo que pretenden taimados o ingenuos– no se le puede engañar.
Viernes 12 de junio, 19:00 hrs. Planta baja de la Casona de Spencer frente a la entrada principal de la Catedral de Cuernavaca, Morelos.
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