Recibo un email donde leo que me han incluido en una antología dominico – brasileña llamada Máscaras de Orfeo. Mi segunda aparición en antologías en menos de dos meses. Si continuo con ese ritmo, de seguro para el 2020 le ponen mi nombre a una calle de la Feria del Libro. Pero bueno, entro a Facebook y le pregunto a Homero [Pumarol], quien también sale en la antología, si va a la presentación en el teatro nacional. El escribe que nos vemos a las seis, pero como llego a esa hora y no lo veo por parte, camino por los alrededores de la Feria. Me pongo a ver libros. Compro dos libros de Fernando Vallejo que me faltan. Le digo que no a las vendedoras que salen de los stands y tratan de convencerme de que compre libros de cocina o enciclopedias.
– Compre ete.
– ¿Cómo evitar la eyaculación precoz?
– Sí.
– No, gracias.
– Tengo: Todas las Posibilidades. El libro de Banintel.
– No.
De ahí cojo hacia el stand del Fondo de Cultura Económica. Me paro y estoy a punto de ver los libros cuando oigo toser a uno de los mexicanos que antienden. Mejor prevenir que lamentar, digo pensando en la gripe porcina. Doy la media vuelta y sigo de largo al teatro. En la entrada me topo con Yuli, Emelio y Miguel. Subimos y frente a la puerta de la sala hay una mesa con varios libros de la antología desplegados. La están vendiendo a cien pesos. Entramos a la sala. En una larga mesa, un tipo con boina y Basilio ensacado están sentados de cara al público. La actividad está a punto de iniciar. Como siempre, hay más poetas que público general. Veo a uno que otro poeta que sale del salón al verme sentado en la sexta fila. Basilio lee la introducción que hizo para el libro. A Homero, quien llega de pronto, lo pone en la generación de los noventa. A mí, en la de los neotestimoniales, que se supone es la del nuevo milenio y que por cierto suena a nombre de iglesia evangélica.
Tan pronto termina Basilio [Belliard], le pasan el micrófono al brasileño. Este habla en un español impecable y emprende a decir que su discurso va a ser pesimista. Dice que la sociedad brasileña es una sociedad cerrada, que no circulan obras extranjeras, que su literatura casi no se conoce y que allá no se traduce. Espero a que contradiga esto, sin embargo, increíblemente él parece secundar esta postura. Se mofa de la referencia que hizo Basilio sobre los concretistas brasileños. Cuenta de dos poetas brasileños que aparecen en la antología y que vinieron al país, pero que no se encuentran en la sala, de seguro porque andan por Boca Chica o con par de jevitas o jevitos sentados en las rodillas. Que cool son los poetas. Tan importantes y ocupados son que no participan en las actividades a las que se les ha invitado. Que cool se portan, sobre todo cuando vienen a un país tercermundista donde se les paga la estadía y los boletos de avión, dinero que se pudiera usar para comprar pupitres o comprar sueros en los hospitales donde los médicos están en huelga, una huelga infinita, por cierto. Aunque si estuvieran en la de Nueva York o en la de Guadalajara, de seguro estuvieran sentaditos y tranquilitos ahí. Pero bueno, el antologador toma la antología y lee unos poemas en portugues que se hacen largos e incomprensibles. ¿Por qué incomprensibles? Porque están en portugués.
Porque aun no lo he mencionado: los antologadores en vez de traducir los poetas dominicanos al portugues y los brasileños al español, como debiera ser, los dejaron en su idioma original, lo que por supuesto, contribuye a que no exista el intercambio entre los dos idiomas. Hay gente que piensa que si uno habla español puede hablar portugues. Que es sólo meterle una musiquita al español, no pronunciar unas consonantes y ya puedes entender todas las canciones de Caetano Veloso y hasta leerte a Pessoa y a Jorge Amado enterito. Quizás ellos piensan así. Quizás los poetas que le aplauden al brasileño cuando acaba de leer sus poemas, piensan así. O puede que crean que como es poesía, no hay que tener idea de lo que está hablando. O puede que de antemano estén acostumbrados a no entender los poemas de los demás.
Pero bueno, ahora viene la parte que todo el público, o sea, todos los poetas, esperaban: la entrega de libros. Porque bueno, ya saben, que las entregas de las antologías que edita Basilio, se hacen como si fueran diplomas y tú te acabaras de graduar como poeta. Un método que me encanta. Basilio señala los poetas que están en el público, le entrega su libro, estos se paran en el podio, leen su poema (un sólo poema) y salen del salón.
Cuando Basilio me señala y me paro a leer, me doy cuenta de que ha puesto los mismos poemas que me puso en la antología anterior + unos cuantos, cortos como siempre, como si quisiera que tan pronto el lector llegara a mi parte, pasara las páginas fua fua fua lo más rápido posible. Leo y me siento. Quedan quizás tres poetas en la sala. De último lee Homero, el poema más interesante de la noche, cuando la sala está casi vacía.
De noche, vuelvo al libro, lo abro y le doy un vistazo. Me concentro en la parte que me concierne. Encuentro erratas. Pero sobre todo encuentro unos errores garrafales: me han repetido el mismo poema dos veces con títulos diferentes. No es broma. Está en la página 271 y en la 277. En la 271 se llama Bajo este mundo y en la 277 se llama Esto es. En la 271 el poema acaba con la palabra oblicua y en la 277 con las palabras boca arriba.
Si esa antología llega a las manos de Pedro Henriquez Ureña le daría otro infarto por la falta de rigor. Por cierto, en 1904, en un artículo a propósito de una antología reflexionaba: la Antología dominicana exige de su colector un gusto refinado y certero, y un don de selección escrupulosa y justa. De por Dios si se trata de publicar por publicar, publíquenme el libro de Postales que se me agotó y que no tengo copias para pasarles a amigos, vecinos y familiares. O mejor aun publiquen a tantos poetas buenísimos y clásicos dominicanos que se han editado tan poco. En Ping Pong tenemos una antología inmensa con poetas hispanoamericanos en stand by.
En fin, supongo que estas cosas pasan. Lo reconozco. Pero como yo no soy tan iluso, voy al índice y reviso la parte dedicada a José Mármol [banquero, acuñador de la “poética del pensar” en los años 80 y, desde entonces, dueño del kiosko que se vende como poesía dominicana actual] . Todas las palabras y signos de puntuación en su puesto. Puedo seguir buscando otros poetas y comparar, pero prefiero tomar la novela de Vallejo que recién compré, leerla y olvidar las antologías.
© Frank Invita