EL POETA CONDENADO/ Alfredo Alonso Estenoz

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Errático, difícil,

su vida fue el descenso breve

de un pájaro sobre el agua ensimismada.

El tiempo y la bondad

no fueron pródigos con él:

no pudo corregir sus rimas.

Que otra virtud, oculta, lo salve.

De El arte más antiguo (1990-2003)

Alfredo Alonso Estenoz (Cuba, 1971). Poeta que, para mucha honra, en los Estados Unidos (¿sólo aquí?) está en nada; es decir, no se justifica por sus –acaso rentables– calculados u oportunistas proselitismos: políticos o de género. Una radical desubicación, sin volutas ni adornos, encuadra la poderosa y paradójica inercia de sus atisbos. A lo aparentemente perdido, para siempre, a la carencia de los afectos, a la errancia: “Hay que volver a los lugares que no llamamos casa/ porque no hay tal ajenidad/ y siempre se está lejos” (“No hay sitio”). Pudoroso e inteligente (incluso irónico), “El poeta condenado” –en este mundo de empaquetadas homogeneidades– podría ser él mismo o su celebrado Luis Cernuda. El arte más antiguo alude, debiéramos celebrarlo, a recordarnos que aquél es –sobre todas las cosas– lo que hacemos con nuestras propias personas. Primer poemario y primicia de una honda poesía, la de Estenoz. Cabiera para la próxima, si fuera posible, desembarazarse más de literatura. Que sus versos no sean mayores a su vigilante mirada .

Puntuación: 3.86 / Votos: 7

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