Para Barry White
En medio de ciudad tan triste
y de nuestras propias miserias,
éstas del cuerpo…
Como un niño acorralado
y sin regalos.
Con un huevo de años
sin mirar a Dios
directamente a los ojos.
Asómense.
Sin un culo espléndido
llenándonos la cama.
Sin ese Dios y sin ese culo,
entonces.
Y con todos estos años
traidos como en carretilla.
Alturas ya vertiginosas
las del acumulado deseo.
Cima que es acaso
nuestra talla verdadera .
Denso, oscuro y blasfemo incienso.
18/11/ 08