Archivo por meses: febrero 2008

EL SUEÑO/ Emilio Adolfo Westphalen

Revista Caretas

Los gérmenes poéticos del sueño resultaron ser, no como los pobres profesores, los mezquinos críticos realistas trataron de hacernos creer, un nuevo paraíso inalcanzable, un espejismo, sino los gérmenes nocivos y actuantes, los útiles reactivos para corroer la infame realidad. El sueño no es un refugio sino un arma.

Los malos instintos de libertad danzan su ronda diabólica. ¡Fuera la conformidad, la resignación, la medianía! En su esputo negro ahóguense los bellacos, los explotadores, los que aprovechan la miseria de los más, y la maldita clerigalla, y el abominable espíritu religioso, y los fantasmas cristianos, y los mitos del capital, y la familia burguesa, y la patria infamante.

La libertad del hombre, es decir, el sueño acuñado en la realidad, la poesía hablando por la boca de todos y realizándose, concreta y palpable, en los actos de todos.

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Juvenal Agüero y la noche

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A Juvenal Agüero le cayó un rayo de luz de parte de su neurosis, de la poesía o del mismo Dios cuando estaba en tercero de secundaria. Fue en Villa Koschka, en realidad, una casa de campo casi abandonada que tenían los jesuitas a no más de hora y media de Lima. Esta casa no dejaba de ser un lugar interesante para alguien que venía del corazón de una urbe donde nunca llueve y donde, por las divisiones de clase trasladadas al mapa de la capital, su barrio de Breña no poseía ningún encanto ecológico, ni mar ni árboles ni nada que se le parezca, solamente tráfico –conectado como estaba al centro de la capital– y calles escasamente iluminadas.

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