“En la azotea”: Martín Adán amerindio, es un ensayo de obligatoria lectura. No sólo identifica y resuelve la identidad solar del personaje-protagonista de La casa de cartón; sino que, a consecuencia de la gravitación del motivo del Sol sobre todos los otros motivos presentes en la obra y ya identificados por la crítica (Rosa, Piedra, Agua), asimismo se nos plantea una nueva taxonomía o estructura de aquel libro de 1928. Entonces, no debemos esperar hasta La mano desasida (Canto a Machu Pichu) para encontrarnos ante el resplandor del sol en la obra de Martín Adán; tal brillo estructurante lo hallamos desde el inicio de la misma.
28/02/25: Sol de Lagunas/ Sol de Zorritos
-El escenario de los hechos
-Paisaje del otro mundo; adyacente, pero muy distinto al de Lagunas. Es un paisaje que rechaza a la gente viva, o todavía en estado viviente.
-Exactamente…sentí esa diferencia enorme.
-Lagunas admite trashumantes, viajeros, curiosos, etc. El de Zorritos es un sol tomando lonche y desatento a cualquier cosa que no sea aquello; el de Lagunas, en cambio, es más cercano e incluso travieso. Un sol acaso más humanizado por las miradas de tantas culturas anteriores.
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26/02/25: Cuestionario de Isaac Goldemberg y Sasha Reiter a Pedro Granados
A propósito de la publicación de Amerindios/Amerindians (Ney York: Arte Poética Press, 2020), donde ambos escritores tradujeron al inglés “La mirada”; el cual, junto con “Roxosol”, traducido por Leslie Bary, completa el conjunto de aquélla publicación neoyorquina y bilingüe.
¿Qué relación tienen los poemas de La Mirada con Trilce y con los “zorros” de Arguedas? ¿Qué significan en tu libro?
El punto crucial y reiterativo de los “zorros” –equivalentes, aunque uno de “arriba” y otro de “abajo”– es que cuando se juntan –hecho extraordinario, tal un mito cumplido–en aquel espacio –nominalmente Chimbote, aunque más bien abstracto, tipo La Metamorfosis de Kafka– en lo fundamental miran: observan y comentan lo observado. Tanto que, en aquel tan significativo trance o circunstancia, Arguedas insinúa pueda tratarse –ya que pueden convertirse en cualquier cosa– de un solo “zorro”; y nosotros agregamos, por ende, constituir una sola “mirada”. Nuestra lectura de aquello, por lo tanto, no es meramente “literaria” (canon) ni en estricto cultural (noción de las humanidades en tanto pueblos, culturas o minorías); sino mítica o, más bien, ontológica. Trata de rescatar no el asunto ideológico o político, al menos inmediato de la novela, sino su magma filosófico o teológico (prefiero el filosófico) un tanto descuidado por la crítica a la sazón. El ojo de Yhavé, de Buda o de Guérnica podría vincularse a esta lectura… de Arguedas… y a mi concepto de La mirada.
Algo semejante existe con Trilce, la simultaneidad de los “tres soles” (OOO) de mi poemario Roxosol, observen la carátula del mismo, y aunque cada uno de ellos de color diferente en mi sueño, aluden también a su posible, dada la equivalencia, intercambio entre aquellos soles. La continuidad solar, en lo básico (mañana, tarde y noche, como para el hombre antiguo), contemplada tal como una epifanía… tal como una mirada o un encuentro de miradas.
Tu poesía parece estar en un diálogo con él y con Vallejo. ¿Es así? ¿Cómo?
Fundamentalmente con Vallejo, a través de un paulatino descubrimiento poético que se toca con uno también intelectual, de modo un tanto más consciente en los últimos veinte años. Lapso de mi tesis de doctorado que le dediqué, junto con poemarios y ponencias; las cuales, estas últimas, por lo general van a contracorriente del modo usual con que hasta ahora se recepciona al autor de Trilce. Ejemplos de esto: “Trilce, muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (2007), Trilce: húmeros para bailar (2014) y Trilce/Teatro: guión, personajes y público (2017). Pero no me considero, en tanto poeta, un vallejólogo ni, mucho menos, un vallejómano; tengo voluntad de estilo y ambición personal que me hacen, tal como la pregunta, dialogar con él y no meramente imitarlo.
¿Hablas quechua? ¿Está influenciado el castellano del hablante de tus poemas por “una” dicción quechua? De ser así, ¿cómo?
Arguedas, desde 1938 (“Vallejo, el más grande poeta del Perú”) y con aquello de “Vallejo era el principio y el fin” (1969), testifica que el autor de Trilce le permitió resolver un problema que todavía sigue vigente para la mayoría de estudiosos; aquél de que el español es un mediador cultural válido del quechua. Es decir, que fue leyendo Los heraldos negros, Trilce y Tungsteno donde Arguedas se percató de cómo superar sus angustiantes conflictos lingüístico-culturales a la hora de escribir. Sin duda que el haber sido mis padres bilingües (español/quechuas I y II) ha sido cultural y humanamente importante para mí; pero creo que el español “solito” del Perú –¿de los peruanos y andinos incluso fuera de su país?– es quechua también e incluso amerindio. Sé del quechua algunas contadas palabras, pero lo que se ha filtrado en mi escritura sea acaso su sensibilidad, no estoy seguro. En suma, creo que no precisamos enfatizar la diferencia cultural, somos indígenas todos; y el Everest representa nuestro apu mayor. Por eso Vallejo se daba el lujo de no ser un peruano profesional o de utilería; jamás intentó ganarse la vida con su “diferencia” o devenir en un gurú de lo “otro”, ni en su vida ni en su poesía.Entendió que el mito no pertenece a ninguna lengua –o cultura–, sino que cada lengua es traducción de aquél; siempre apuntó hacia al origen de este Babel.
Como tú hablas y lees en inglés, te parece que las versiones de tus poemas en este idioma dicen de alguna manera algo distinto que los originales? Y no me refiero solo a La Mirada sino también a Roxosol.
Me parece que en las versiones de mis poemas al inglés se acentúa el aspecto conceptual o intelectual de los mismos; no sé qué tanto sea equivalente, entre ambos idiomas, el aspecto expresivo o más corpóreo. Acaso aludan, más bien, a las coordenadas propias de un cuerpo o sensibilidad distintos en inglés. Pero aquello no está mal o no constituye una limitación de la traducción; por el contrario, mi poesía ventila mucho aquel aspecto intelectual, aunque entrelazado a lo cotidiano. Y que el aspecto expresivo al que se ligue en inglés no disminuye, sino, por el contrario, multiplica sus posibilidades apelativas y de configuración de realidad.
Lo cual me lleva a preguntarte: ¿Piensas que un idioma puede captar la mentalidad cultural de otro idioma? ¿Piensas que es posible traducir una cultura a otra?
Perfectamente posible, aunque no se pueda decir que esta traducción sea mejor o peor respecto a un original. ¿Cuál original? ¿Cuál principio u origen? Bastardos somos todos no sólo a nivel genético, sino asimismo a nivel cultural. Compartimos, a modo de glosolalias insertadas en nuestra cultura y a veces también en nuestras lenguas, desde ya fragmentos de muchas culturas anteriores que sobreviven en nosotros, que sólo de modo aparente se encuentran extintas. Y que se activan y actualizan, algunas de ellas, particularmente cuando se escribe poesía. Somos permanentes homínidos migrantes con una gran y antigua alma en común. Esto sostiene la posibilidad misma de la traducción.
En los poemas de este libro, me parece que el acto de mirar está identificado con el acto de conocer y saber y de cierto modo “poseer” lo que se ve. Asimismo, el lector siente esta preocupación: ¿Cómo capturar con palabras lo que ve el ojo. ¿Podrías decirnos cuál es el papel de la mirada en tu poética?
Conocer, saber, “poseer” y consolar o poner en práctica la compasión; no el mero consuelo, sino la mutua identificación con el otro. Pero, finalmente, de ningún modo con un propósito de ayuda o de auto ayuda, de causa-efecto práctico, pragmático o filantrópico. Se puede mirar o contemplar juntos el horror o la dicha suma y, sin esto ser inventado sino real, su consecuencia pedagógica puede mantenerse incierta, latente u opaca. La mirada, eso sí, es una invitación a mirar en red; a reavivar y multiplicar, por ejemplo desde la experiencia andina, los ceques o puntos de visión que salían y se orientaban, hacia los cuatro puntos cardinales, desde el templo del Sol o Koricancha.
El sol juega un papel protagónico en varios de tus poemas. Alumbra descubriendo los espacios oscuros. Lo mismo desempeña “tu/la” mirada. Hay una analogía entre el sol y el ojo?
La mirada no alude a un ojo ni a dos o más; es más bien una cualidad o acontecimiento. Por ejemplo, en El zorro de arriba y el zorro de abajo, son dos zorros que juntas sus rostros y, por ende, sus ojos, los cuales constituyen cuatro entonces, aunque ensayan una sola mirada milenaria dirigida a Chimbote. Instancia que implica experiencia, y no sólo una idea o pensamiento. La mirada se parece a una epifanía y a una anagnórisis porque, en última instancia, aquélla es gozosa. Un mito cumplido; y no sólo una utopía o algo abstractamente por venir.
En uno de los poemas de este libro, te preguntas “dónde está la poesía”. Para ti es esta pregunta mejor que preguntarte “qué es la poesía”?
Exacto. Qué es introduce apropiación y corte sincrónico; de algo que no tiene propietario y es algo semejante a un fenómeno continuo y ubicuo. No existe o, por el contrario, existe; no es antes ni después; no implica una disciplina, premio o ascesis; todo va depender de la perspectiva con la que se observa. Aquí resuena el budismo zen; las propias teorías actuales del multinaturalismo, aquello de que entre nosotros y los animales mayores compartimos un alma (cultura) en común y lo que nos diferencia son sólo los cuerpos; un propio catecismo renovado –desde que la creación continúa, no ha cesado–; etc. ¿Y qué podríamos hacer? No nos queda sino echar mano de lo que tenemos más cerca para orientarnos e intentar explicar nuestra experiencia de ella, de lo que por un mero formalismo denominamos poesía.
25/02/25: Las humanidades en los talleres de creación literaria
Resumen
Un típico ejercicio preliminar de taller universitario podría ser, y de hecho lo ha sido en diferentes contextos y desde hace varios años, ensayar la creación colectiva y participativa del profesor con los estudiantes. Por lo general, una vez dividido el salón en pequeños grupos —a modo de ensayar una variante de «cadáver exquisito» entre cinco o seis personas sentadas en círculo— nos avocamos a la composición de algo que previamente el profesor denomina poema. De este modo, apurando siempre a los grupos —y luego de que, a modo de romper el hielo creativo, se lee un pequeño texto del canon en voz alta— cada cual escribe sobre su hoja de papel un título arbitrario y, a la voz del docente, lo pasa rápido al compañero vecino para que este prosiga agregando nuevas palabras o frases —el profesor ha advertido que son versos— al texto en plena producción. Por último, luego de sucesivas y dinámicas rotaciones orquestadas siempre por el maestro —cinco o seis, según sea el número de integrantes de cada grupo, y en el sentido de las agujas del reloj—, las hojas de papel vuelven a sus autores iniciales y entonces se trata de terminar —poner el último verso— a los susodichos poemas.
Granados, Pedro (2010). “Las humanidades en los talleres de creación literaria”, en Miguel Giusti y Pepi Patrón (editores), El futuro de las humanidades: las humanidades del futuro. Lima: PUCP. 197-204.
https://repositorio.pucp.edu.pe/items/bf3c0607-00b5-4dd6-bc51-1d72f3721a4b
22/02/25: La pregunta por la poesía peruana…
21/02/25: Encuentro barranquino
20/02/25: La peruchada literaria
No nos queda otra cosa que hacernos los cojudos
Mirar y no mirar
Escuchar y no escuchar
Como si un parpadeo nos liberara
Del absurdo de nuestras existencias
Y de nuestras opciones literarias
Gustos y vidas como divorciados
Algún momento que en nuestra “cuidada” educación
Nos traspapelamos perdimos el balón
Se esfumó el ovillo de nuestra propia madeja
No nos educaron para estar en el Perú
Y por ende en ningún otro lugar de la tierra
Que ambas cosas conviven en una sola vaina
Un único edificio con varias puertas
De briosas entradas y titubeantes salidas
La micro política en el Perú es suicida
Porque es de profunda vocación colonial
Y es micro también porque es mezquina
Y muy bruta aunque con su suspiro de limeña
El humo desde aquella parrilla de anticuchos
O este instante tan poéticamente efervescente
Caben dentro de una servilleta
Hasta que alguien nos enseñe a respirar
Hasta que con alguien aprendamos a amar
Al margen de los intereses de nuestro estrecho círculo
Desconfiada anuente y tan pendeja familia
16/02/25: Dossier dominicano
24/02/16: Respuesta al correo de una gran poeta dominicana y mejor amiga
Queridísimo:
Me leí tu libro [Breve teatro para leer: Poesía dominicana reciente]. Agudo, diferente, apasionado. Insisto en que debe publicarse [en la República Dominicana]…
Un gran abrazo, amigo cevichero…
Siempre siempre
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Querida amiga:
Me has captado. Parte esencial de mi amor a la Española es la crítica. Milito, desde que era un muchacho y me enamoré por primera vez, en el encuentro cultural de lo andino y lo caribeño (incluido el Brasil). Mi ejercicio crítico, aunque casi invisible, no es indiferente al poder institucional a nivel regional (el Perú a la cabeza). Recuerdo que cuando destrocé una antología infrarrealista desde Lima, que salió con los mejores auspicios y de lo más contenta de sí misma en el DF, un escribiente mexicano dijo por ahí que “Granados, otra vez jodiendo desde su ratonera” (mi blog). Y es que a una ratonera o a la posteridad estamos confinados los que ejercemos la poesía y la crítica de modo gratuito; es decir, y en primer lugar, agradecidos íntimamente de su propia epifanía y recurrencia. Incondicionales. Por lo tanto, ejerciendo una práctica por la cual no se cobra; ni se ahoga por un cupo académico ni poder mediático. Obvio, sin soslayar asimismo que este tipo de postura creativa y crítica tenga –a fin de cuentas y a pesar de su opacidad o apariencia inocua– un peso político extraordinario. Esto lo saben muy bien aquellos que dirigen las instituciones culturales –los cuales son los pocos que piensan y se ciñen a una agenda política predeterminada, los demás son funcionarios que repiten y aplican– y por este motivo, y por lo general, Granados les jode. Ojalá la poesía se nos siga presentando, hasta el final, como un regalo. Gratuitamente.
Con mis especiales saludos a la Casa de la Literatura Peruana. Porque, acaso en un próximo gobierno, se convierta verdaderamente en casa de todos; y no sólo de los más anuentes o mediocres.
1.¿Por qué, tratándose de un estudio sobre poesía, aquello de “Breve teatro para leer”?
2. Comente lo de Néstor E. Rodríguez en La patria portátil, acerca del concepto de dominicanidad: “La producción cultural de la diáspora ofrece una salida audaz al sempiterno debate sobre la dominicanidad al abrir las puertas a la posibilidad de un comienzo sin antecedentes a la hora de teorizar lo dominicano, un comienzo en el cual la geografía deja de ser la marca definitoria de la nacionalidad”. Y aplique su reflexión, si es viable, a algún otro contexto latinoamericano.
3.Sintetizar lo específico que corresponde a la “poesía del pensar”, a los “muchachos de Gazcue para el mundo” y, finalmente, a los “errancticistas” respecto a la República Dominicana en el marco de la globalización. Ilustre con versos de los poetas.
4.¿Cómo anda la reflexión (crítica o teoría literaria) sobre poesía entre los escritores de la media isla?
5. Comente estos versos de “Antillas”, de Manuel García-Cartagena:
Antillas!
a los cuatro vientos, a los siete caminos,
a las treinta y seis ocasiones de amar la vida,
y ponte a amar esta encervezada, enrevesada,
embelesada
vida de las islas, donde errar es lo correcto.
6.¿Cuál es el motivo principal que ventila este poema de Pastor de Moya?
CARNAVAL
trajimos el pasado con el alba
nos intercambiamos los rostros en el vacío
comimos pan de otro tiempo
aterradora melancolía
al iniciar la fiesta
desnuda la memoria hace alarde
de la lozanía de sus piernas
todo es real si la fantasía existe
ese hombre que soporta el peso de sus días
se mira hacia adentro
y se le queda pegada la mirada en el olvido
esa es la presencia del ser en la
razón
de parecernos a los colores
cuando nos disfrazamos de nosotros mismos
15/02/25: [Forma de la poesía peruana]
Forma de la poesía peruana
El zorro de arriba y el zorro de abajo
Lo cual es equivalente a decir
Cierto momento del crepúsculo
Una cabeza con el agua hasta la cintura
Dos mil quinientos años por lo menos
Antes que Trilce (Inkarrí) o La tortuga ecuestre (Naylamp)
Y muy anterior a la obra del mismo José María Arguedas
Un instante de equilibrio o de balance
Una boca engullendo su propia cola
Tan sólo un minuto de acuerdo
Y el modo lúcido: el encuentro de lo binario
O la esquizofrenia: gato debajo de su silla
Las tímidas telas vespertinas de Eguren
Ante la serpiente cabal o el mismísimo horizonte
Límite ubicuo y tan humano como nuestro límite
Constancia de aquel efímero y cotidiano equilibrio
Cabeza – boca – fauces – larguísima lengua viperina