El Peruano (Lima), lunes 8 de mayo de 1995
David Sobrevilla
Mariátegui, Basadre, Vallejo, son algunos de esos nombres a quienes debemos la existencia, presente y futura, de la identidad del Perú como nación. Comprenderlo así es asumir la responsabilidad de la tierra, es responder al reclamo de un país que quiere ser algo más que un conglomerado de gentes enlazadas por un cuerpo de leyes y una vida comunitaria. Y la obra de David Sobrevilla es una de esas batallas empeñosas por decirle sí al Perú, por hacer del Perú un algo a lo que le debamos la vida, y no sólo un algo que identificar en el mapa. Desde la publicación de su Las ideas en el Perú contemporáneo (1980), el doctor Sobrevilla ha demostrado su interés por participar en la tarea de comprender nuestra tradición, requisito fundamental para llegar a consolidarnos como pueblo. Su reciente compilación de estudios vallejianos (Vallejo, poeta nacional y universal. Lima: Amaru, 1994) es un empeño más por darnos un suelo al que llamar Patria.
Podría parecer extraño, sin más, que un filósofo dedique más de trescientas páginas a comentar la obra de un poeta. Pero la comprensión histórica del pasado cultural es un rol que los filósofos comparten con los historiadores cuando se trata de poner en evidencia la Verdad –con dignas mayúsculas- de lo que ese pasado significa para sus lectores. En poetas como Vallejo, tal es el cometido de Sobrevilla, se muestra la Verdad del hombre peruano que descubre y se integra en la cultura universal. Esto, sin duda, hace muy poco extraño enfocar a Vallejo, más que como artista, como hombre que representa la transición del Perú al concierto de las naciones. De allí, por otra parte, las largas reflexiones que el libro concede al Epistolario General de Vallejo publicado por Juan Manuel Castañón, las consideraciones acerca del rol del marxismo en el pensamiento y la obra del poeta y las certeras críticas que se dirige a los comentaristas de la obra vallejiana. Una lectura generosa de los diferentes ensayos que componen la obra permitirá pronto –tal es mi opinión- reconstruir y consolidar el conjunto de los trabajos eruditos sobre Vallejo en un marco hermenéutico al que, extendido al conjunto de la historia del siglo que pasa, podremos llamar con justicia “nuestra tradición nacional”.
Pensar al Perú es la tarea permanente de un país que empieza a tener la necesidad de repensarse. Y ésta, que es un reto para el conjunto de los peruanos, es la tarea específica de los filósofos. Es en este contexto que hay que destacar la figura de quienes, junto con la demanda de universalidad de la razón, se empeñan de dotar de racionalidad a nuestro pasado. David Sobrevilla, al lado de Francisco Miroquesada, Maria Luisa Rivara de Tuesta y otros investigadores, lanza el reto de “repensar” nuestra tradición (término caro a Sobrevilla) al conjunto de la comunidad filosófica. Sólo conociendo quiénes somos, qué clase de Verdad hay en nuestra cultura, podremos arrogarnos el derecho de ser pensadores y, además, pensadores peruanos
Estimado colega:
Busco sin éxito el correo electrónico del Prof. David Sobrevilla. Puede ud. darme este dato?
Desde ya muchas gracias!
Daniel von Matuschka
E-M: matuschk@yahoo.com