Arduo, pero con reflexiones interesantes, se muestra este breve ensayo de Heriberto Yépez sobre Nicanor Parra. El trasfondo del tema es muy actual y, para algunos, acaso acuciante; aquello que va, por ejemplo, de los versos de Octavio Paz a la poesía de auto-ayuda o “Acción Poética” de nuestros días. ¿Qué ha pasado? ¿Qué nos está pasando? Obvio, no sólo a la poesía en cuanto tal, sino también –y en igual proporción– a la crítica sobre la misma. Yépez, ex joven poeta y crítico mexicano, intenta honrar esta compleja condición o doble llama.
“Ya Huidobro soñaba ser “antipoeta y mago” (a modo de epitafio, por cierto); y el mejor antipoeta fue el Neruda de ciertas Odas elementales, Estravagario o Incitación al Nixonicidio. Sólo que Neruda fue varios poetas y antipoetas y, en cambio, Parra únicamente antipoeta. No podemos ya decir que Parra negó a Neruda (¿cuál de todos?) sino que Parra hipertrofió uno de tantos Nerudas. Y en la poesía peruana (que es la más vanguardista de Sudamérica, aunque el eurocentrismo imagine que es la argentina) ya Enrique Bustamante y Ballivián en 1927 titulaba a su libro Antipoemas”.
“El camino de la antipoesía parriana parece agotado; aunque seguramente seguirá en uso como modo de producción autorial. Además, la facilidad de la escritura antipoética promovió una concepción simplista de la poesía y de la antipoesía, como si el “sentido común” pudiera definirlas. […] ¿es hoy el campo poético en Latinoamérica un lugar donde se pueda pensar? ¿[Aquel camino] Es propicio para pensar poéticamente? Al promover el chiste como solución, Parra dificultó pensar la poesía, pensar en la poesía y pensar poéticamente”