Tenía cincuenta y cinco años
cuando se murió el poeta.
Tristísima noticia. Sólo hace
unos meses estuviste con él
junto con otras dos niñas
bajo el manto de sus largas
manos, en un circulo
de asientos alrededor de
la mesa. Un poeta
y tres doncellas. Me sentí
augusto viendo la foto,
sabiendo que estabas
bien acompañada y no
necesitabas de mí, otro
cincuenton con manos sí
y sueños y una voz bastante
gentil pero no como aquella
que acaba de irse. Pienso
en su abecedario, tantos
animales fantásticos, desaparecidos,
que sobreviven en sus metáforas,
y a él, una luz central con
tres puertas y puntos de salida,
cada uno poeta y niña, tú
y tus amigas reunidas para tomar
el vino y comer la hostia en Granada,
en aquel festival ya historia.
Indran Amirthanayagam, el 17 de febrero, 2016