Yo miré unos osos de peluche
con una muchacha.
Ella trataba de reconocerme
en la vidriera de sus sueños.
Yo la confundía con una canción antigua,
una melodía que también me hizo sonar
alguna vez.
Yo pasé mi brazo
sobre los hombros de la muchacha.
Ella diría
“tiene los ojos buenos
lo quiero mimar”.
Yo escuchaba atentamente su cabello,
la plaza que girábamos lentamente,
la noche entre nosotros
como un destierro.
De JUEGO DE MANOS (1984)