El “concretismo” peruano por excelencia es Trilce: constituido por los “fermentos” del cuerpo de Inkarrí o, según JMA, también “hervores”. Es decir, no son fragmentos sobre algún eventual y contingente collage (vanguardia histórica) ni, tampoco, ningún “lenguaje” en particular, aunque éste consista, seductoramente, en “subdivisiones prismáticas de la Idea” (Mallarmé) antes que en trozos sonoros regulares o versos. Aquellos “fermentos” constituyen, más bien, palimpsestos del mito o del prototipo (Inkarrí). En pocas palabras, Trilce no pretende constituirse ni reacciona ante un retrato figurativo o verista del Inka (al modo occidental); sino, más bien, refracta la agencia directa del Sol. Ergo, Trilce es Inkarrí y el sujeto poético allí es un Inka: “[Yo soy] Un fermento de Sol / ¡levadura de sombra y corazón!” (“Huaco”, Los heraldos negros); y la más representativa poesía post vallejiana, asimismo, también lo es. Ahora, respecto a la poesía actual de nuestra región, poco relevante resulta su soporte o plataforma; es decir, si es en papel o electrónica, esculpida o a través de señales de humo. Lo más importante será qué tanto –sea a través de su pirotecnía verbal, real politik, trabajo con el inconsciente o ensayo deconstructivo– refracta a Inkarrí . P.G.

