Talita Augusta Vásquez Cabrera lo ilustra aquí con nitidez, Alejandro Abdul no sólo representa un giro de tuerca más respecto a la poesía en portunhol selvagem que se cultiva en la triple frontera brasileña-argentina-paraguaya sino, de modo simultáneo, su puesta al día y superación. Textos del siempre joven poeta brasiguayo, nace en Santa Rita (Paraguay, 1986), vive y trabaja como agente turístico en la triple frontera de Foz do Iguaçu (Brasil), tiene ascendencia árabe (se alfabetizó paralelamente en esta lengua), y compone sus versos en portunhol, en la estirpe de la novela de Wilson Bueno (Mar paraguayo, 1990). Aunque sin, obligatoriamente, la “pantagruélica poética trans-fronteriza” del carioca Douglas Diegues: “extraordinario piromaniaco con los monemas que le llegaron –gratis– a sus oídos desde chiquito; sonidos en guaraní, portugués y español y en la jerga correspondiente a cada una de aquellas lenguas: yiyi, pendex, pirá kuera”. Los poemas de Abdul, respecto a este canon, son un tanto más íntimos o intransitivos; andróginos, minimalistas e incluso cultivan el mutismo. Sin embargo, no por esto dejen de denunciar ni soslayen expiar la alienación, los prejuicios y la banalidad en los modos de vivir de aquella triple frontera. Eso sí, recorridos transversalmente por una evidente marca de animalidad, a los poemas de Abdul los vela el canto de las cigarras. P.G.
