1ero
“Un digno heredero de Martín Adán quizá podríamos encontrarlo recién al borde de los 80 (¿habría que admitir una promoción del 75?), nos referimos a Carlos López Degregori -auténtico Dorian Gray o Hannibal, interpretado por Anthony Hopkins, en sus mejores versos-, hoy por hoy uno de los poetas más interesantes del Perú junto con -aunque sólo por tres o cuatro poemas de sus dos libros hasta ahora publicados- otra martinadaniana, Magdalena Chocano” (“Los poetas vivos y más vivos del Perú”, 2002)
2do
“Los poetas vivos y más vivos del Perú (y también de otras latitudes)” es un texto de 2002, aunque creemos que luego de tantos años sigue fresco. En general, me reafirmo en lo que escribí allí. Aunque añadiría que también ya me hastió, en tanto poeta, Carlos López Degregori (el cual se “salvó” en el texto primigenio), por unidimensional; es decir, por no dar pistas de que saldrá algún día de su monólogo y conflictos de clase media, de su narcisismo ya rancio” (“Por una revisión de la poesía peruana –y su crítica– post-pandemia”, 2022)
3ero
A manera de Álvaro Mutis (Maqroll el Gaviero), cuya obra de algún modo siempre ha estado presente entre los versos de López Degregori, este último acaba de publicar Entre dos fronteras (Lima: Colmillo Blanco, 2025). Mutis, autor no exento, a pesar de la cercana amistad, del juicio que a Gabriel García Márquez (La literatura colombiana, un fraude a la nación) en general le mereciera la literatura de su país: “una literatura de hombres cansados… En la edad de oro de la poesía colombiana, se escribieron algunos de los mejores poemas europeos del continente”. Motivos y prosodia del nuevo libro de López Degregori que se hallan concentrados en su poema liminar:
El amanecer es un intruso rosa y gris
El crepúsculo grietas de luz y la voracidad del cielo
Entre estas dos fronteras transcurre el día
Pasan Romas, Antípodas, Orientes
Calles desoladamente rectas
Y te despides con palabras decisivas o vanas
En un sueño que no se recuerda a la mañana siguiente
Tributo, finalmente, al río y al mar de Jorge Manrique, en Entre dos fronteras el sujeto poético se parapeta como dentro de un fanal culturoso, de bóveda más bien manierista que barroca, pero que no logra conjurar ni ocultar su radical soledad e individualismo. Proceso alentado, al final, por el propio poeta; y particularmente revelador, por ejemplo, en el título de su antología personal, Lejos de todas partes (1978-2018). Ergo, junto a la excelencia de la factura de los versos y metamorfoseante fabulación de su nuevo poemario, nuestro apántrafo de paisaje, generación, ideología e historia locales aún no ha cesado. Aunque exilio consciente y voluntario contrarios, por ejemplo, de uno más bien inconsciente e involuntario como es el caso del de otro poeta contemporáneo; nos referimos a Mario Montalbetti, tan al interior de su glosemática burbuja. P.G.

