Archivo por meses: marzo 2025

[Nací otra vez en Pachacámac]

Nací otra vez en Pachacámac

Como a los veinte y poco

Ya había intuido este nuevo nacimiento

En Breña, mi barrio de siempre

Bajo el tornasol del cielo de Lima

Durante algunos días del verano

Tardes mediterráneas

Sin playa ni horizonte y sólo un olor a mar

Que llegaba como de otro planeta

Una discreta caricia sobre mi nuca

Una puerta dorada sobre mi sien

Un ojo un tanto distinto del otro

Porque oteaba ya el día de mi nacimiento

La luz estrujada y como entretenida

Sobre aquellas paredes sucias y pobres

Subí la rampa

Mientras mis amigos hacían exactamente lo mismo

Llegué livianamente a la meseta

Casi inadvertidamente

No estaba ninguno de aquellos con los que allí llegué

Sólo mi cuerpo entero contra todo aquel poniente

Sólo mi parietal sobre aquel dorado polvo

Echo un ovillo

Sólo mi ojo derecho levemente boqueante

Entre aquellas tornasoladas nubes

Y mi lengua un tanto amarga del sabor de la tierra

 

(9 de marzo, día de mi setenta onomástico)

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Pedro Granados en el canon (oculto) de la poesía colombiana contemporánea

“En 1993, después de haber participado en el Festival de Poesía de Medellín, viajó a la Costa Caribe; en Cartagena, se reencontró con la pintora Bibiana Vélez, a quien había conocido, junto con Gómez Jattin, en el Festival de Medellín. Bibiana quería publicar un libro inédito de éste, que se había quedado en Medellín, y le pidió un concepto editorial a [Pedro] Granados. Entonces él hizo una mínima labor de edición del manuscrito: corrigió errores ortográficos y mecanográficos, quitó un verso aquí, limó una imagen allá. Y en el orgullo que no ocultaba de haber dejado su huella en Esplendor de la mariposa se hacía más claro su gran aprecio por la poesía del cereteano”  Joaquín Mattos Omar

1ero: Intervine, no sólo en el punto tocante a la “descuidada”  ortografía o vocabulario, en la publicación de Esplendor de la mariposa; edición casi artesanal de 1993 –en Medellín– y que luego pasara o se reprodujera, sin modificaciones, en las posteriores y definitivas.   En mi crónica de 2002, aunque no ahondo en ello, sí establezco ya algunas precisiones. Básicamente, fueron unas cuantas páginas mecanografiadas –con gruesas erratas ortográficas y otras, mínimas, de composición o formateo de los textos– las que recibí de parte de Bibiana. Gazapos aún más notorios en cuanto pertenecían a poemas breves y a escuetos versos. Lo nuestro fue una intervención leve; anfibia, entre el error y el acierto. Es decir, limar lo mínimo, apenas lo evidente, para que subsista el «ruido» particular de este poemario escrito a manazos entre el talento y el deterioro… en el que, por esa época en particular, andaba sumido el extraordinario poeta de Cereté. Siempre he creído, además, que corregir poesía requiere ponerse previamente a tono con un ritmo, universo y lenguaje específicos… y, por lo tanto, aplicar apenas la tinta blanca. Esto cuando se trata de una alta poesía, por cierto. Tal como en este caso, manchada por un descuido involuntario; por un pliegue, de menos o de más, por mera cuestión de la tintorería.  Testimonio de Bibiana Vélez Cobo.

2do: Mi crónica, “Si yo lo escribí: la poesía de Raúl Gómez Jattin“, poco a poco ya no aparece vinculada a su autor, este servidor, y va formando como parte de la tradición oral en el ámbito de toda la región.

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Martín Adán amerindio

“En la azotea”: Martín Adán amerindio, es un ensayo de obligatoria lectura.  No sólo identifica y resuelve la identidad solar del personaje-protagonista de La casa de cartón; sino que,  a consecuencia de la gravitación del motivo del Sol sobre todos los otros motivos presentes en la obra y ya identificados por la crítica (Rosa, Piedra, Agua), asimismo se nos plantea una nueva taxonomía o estructura de aquel libro de 1928.  Entonces, no debemos esperar hasta La mano desasida (Canto a Machu Pichu) para encontrarnos ante el resplandor del sol en la obra de Martín Adán; tal brillo estructurante lo hallamos desde el inicio de la misma.

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