César y Federico, pieza de poesía dramática, en que el espacio/tiempo del Café de Chinitas, Málaga, 1931 –donde se reúnen Vallejo, Lorca, la Argentinita, un joven– alterna con el de una habitación en la clínica del boulevard Arago, Paris, viernes santo, 1938, donde se va muriendo el poeta peruano, velado por su esposa y un amigo. No es frecuente que los dos máximos poetas de su siglo de una lengua se conozcan y compartan la amistad; menos que ambos pronto conocieran la muerte de manera extraordinaria: Lorca, asesinado, Vallejo, muerto sin causa, como si fuera querido en otra parte. Qué encuentro más reverberante y cimbreado que el de estos dos seres humanos con el amor y la muerte, dos alas de la misma paloma.