¿Juntas la lucha de clases y la simetría (no confundir con la mera ecología) podrán traer, asimismo, consecuencias para la poesía de nuestra región? ¿Será posible demos oídos, por ejemplo, a críticos literarios dueños de El comercio o de las galletas Field? ¿Tendré que aprender necesariamente aymara o machiguenga? ¿Será imprescindible emplear en nuestros poemas la terminología marxista? ¿Quiénes asumirán el liderazgo de este cambio o pachacuti: animales o humanos, vendedores ambulantes o caviares, profesores universitarios o los filósofos de la calle? ¿Mientras tanto mejor no escribimos, es decir, hasta que digan en la Internet que ya es hora? P.G.
(Continuará)