Esta realidad apabullante de la endogamia universitaria, no sólo en España, la podemos trasladar a otros campos del funcionamiento institucional –promoción, reconocimiento, meritocracia– del trabajo intelectual y artístico, asimismo, en el Perú. Por eso todos estos años he venido insistiendo, por ejemplo, que ese poeta (él o ella) premiado busca, a su vez, un lector a premiarse por aquella misma institución endogámica: calculadora, radicalmente injusta y mediocre. Sujetos que, por la noche y a solas, saben que no son lo que aparentan; pero que al despertar el siguiente día, el sol sale para todos, aquella institución logrará, otra vez, persuadirlos que se hallan en lo correcto. P.G.
ENLACE RELACIONADO: