“Estancias, síntesis de imágenes aéreas en la poesía de Javier Sologuren (1944-1960)” (Bachiller, PUCP, 1987)
Leíamos a Javier Sologuren desde el colegio; la sensación que siempre se nos quedó a través de sus versos fue la de discreta intimidad, levedad y sutileza. Ya en los años universitarios nos llamó la atención la rigurosa arquitectura de sus poemas, su encauzado caudal, que, según hemos averiguado con el poeta, no obedecen a un trazado previo sino a la irrupción instantánea de un sueño resoñado, de un texto gestado largamente en lo oculto. Del mismo modo nos cautivaban su poderosa visualidad. De alguna manera, arquitectura y visualidad iban juntas refinándose, apuntando hacia una totalidad, desechando excesivas apoyaturas (sonoridad, signos de puntuación, figuras retóricas). Nos propusimos entonces algo que ahora daremos a luz, intentar dar cuenta de la coherencia y armonía de esa fanopea , de los pilares que sostenían dicha arquitectura. Incandescentes ideogramas, esta última, o discreto vocabulario el cual, hoy por hoy, podemos conectarlo a una mediación conceptual de corte multinaturalista; a un modo de pensar “amerindio” que surge desde la urbe moderna. P.G.
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