TRILCEUNO

Tocar como Vallejo o como la madre que nos parió o como me tocara aquélla que amara con sus senos de goma y sus pestañas de amapolas imperturbables ante el dolor y su piel de ninfa a la segunda potencia de lo acuático y de lo tornasolado y de lo agradecido que va directo a lo que había entre ella y ello cuando rasgo y me desmantelo de una vez porque nada tengo que perder nada he perdido ni nada pierdo salvo el de estar mejilla con mejilla junto con ella y este aroma de cantos rodados de aquella playa desconocida hasta que la hollamos y no somos sino los dioses que jamás habíamos procurado ser sino porque nos conminara el amor por la vida y por la muerte y por la hecatombe de lo que se fue al fondo o ha quedado como sumergido y renuente a mostrarse de alas abiertas y de pechos todavía más abiertos y que mudo recibo de pie o de rodillas o acostado y muchísimo más de lengua que de palabra

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