Una gramática maleva brotada del encuentro de dos cuerpos. Dos cuerpos claramente distintos, aunque en roles intercambiables. El cuerpo culto se alimenta del subalterno con paulatina voracidad, con desmesura, y luego se viste o se empaca junto al del subalterno. Poesía post feminista, aunque no post género; poemas cuya política o cuya ciudadanía emana del desnudamiento identitario y de la constatación de lo que nos falta, de aquello que –con apetito– nos complementa. Poesía como atajo para esta anagnórisis. P.G.
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