La propuesta de Frido Martin se apunta al concepto del pluriverso, aquello de que existen, por derecho propio, varios de estos — paralelos y distintos, aunque inter conectados–; de esta manera, las covachas de una invasión reciente, siendo tan distintas, tienen algo en común con los condominios de las playas al sur de Lima y, no menos, con nuestro fuero interno; mejor dicho, con nuestro pellejo más íntimo. Todo esto navegando juntos, cual bien empaquetada nave nodriza, dentro del mismo tamal; el cual se ha convertido hoy, cómo no, en nuestro celular común y ubicuo. No tenemos ni idea de lo que pasa, para empezar, a nuestro alrededor; somos víctimas de las redes sociales, de la post verdad, del capricho de algunos o de alguien (tampoco se sabe). Por eso el final de este breve video es extraordinario, muere con nosotros –no, de ningún modo– desfallecemos y nuestro corazón tornado en cierta información sobre una iluminada pantalla nos sobrevivirá. ¿Para qué, para quién identificamos y discriminamos entre aquellos universos? ¿Valió la pena, sirvió de algo este demorado trabajo? O fue tan intransitivo o inútil como quedar un día bobos ante aquellas variopintas y tan lejanas luces de neón.