Gaspare, Coppola y De Niro

El poeta peruano, Gaspare Alagna (1956), autor de Memorias de un dios herido (Lima: Colmillo Blanco, 1989)

A lo Egúren, la voz de Alagna suena cautamente asordinada; y a lo Hernández Camarero o a lo Oquendo de Amat la arquitectura de su retórica se hilvana parcial, fragmentaria, aparentemente ingenua. Lo que sucede, veremos, es que en esta poesía se adopta la reflexión – generalizada en la poesía occidental desde Baudelaire – a partir del cuerpo y no exclusivamente de la mente; más aún, con Mircea Elíade diríamos, desde el ámbito de lo sagrado y no solo de lo profano. En las mejores páginas de este esbelto poemario, las manos – y por extensión sus metonimias –son índice, icono y símbolo semánticos cada uno de ellos estableciendo relaciones precisas con el lector; es decir, desde muy variados flancos. En síntesis, aquéllas van estableciendo con éste (el lector) una suerte de dialéctica en sentido lato; pero, tal en Sócrates o en Borges, como aventura intelectual que es –a un tiempo– mirada, diálogo y caricia. Mayéutica que empieza con el cuerpo y retorna a él; genuino intercambio, encuentro no secularizado: “En el itinerario de un reino / olvidado en el fondo de tu frente / en tu memoria de cactus que araño ahora / al silencio de las piedras / al flujo de las olas / a mis ojos de arena hundidos en la espuma” (“Senda”: p.13). P.G.

MEMORIAS DE LAS MANOS de Gaspare Alagna

Puntuación: 5 / Votos: 2

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